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«Merkel y yo somos como 'viejos rockeros'» . (El Mundo)

martes 07 agosto 2012

Un cuadro de Gibraltar cuelga sobre su escritorio, dejando las cosas claras. Este amigo de correrías de Rajoy («sólo habría sido ministro con él», dirá) cuenta las horas para poder irse a navegar. 1.500 millas que se hizo el año pasado, «de Valencia a Chafarinas».

Es verdad que el adjetivo «campechano» anda devaluado últimamente. Pero tampoco existe otra forma de definir el recibimiento que brinda el ministro de Exteriores en su despacho del Palacio de Santa Cruz.

Pregunta.- ¿Le van a castigar este año sin vacaciones?

Respuesta.- Dice el refrán castellano que «cada día trae su propia labor». Si avanza lo de Cuba y lo de los cooperantes, y si no surge ningún imprevisto, espero no tener vacaciones pero estar atendiendo el Ministerio desde el borde del mar, en Jávea.

P.- En cuanto mozo refranero, ¿tiene alguno para definir su actividad?

R.- Pues ya que estamos hablando de la mar, uno que dice: «No vayas nunca a buscar la mala mar, que ya te encontrará ella a ti».

P.- [Risas] No está mal.

R.- [Sonriendo] Pues no tiene ni puta gracia. Es filosofía pura.

P.- ¿Algún refrán para Rajoy?

R.- No sé si un refrán, pero sí una expresión: él es la fuerza tranquila.

P.- Gracias a sus antepasados hay incluso una «Guerra de Margallo».

R.- Mi bisabuelo era comandante general de Melilla y tuvo que defender una posición con su propia vida. Y decían: «No te vaya a pasar lo que le pasó a Margallo, que por defender a España se cayó del caballo».

P.- ¿Cuáles son ahora las guerras de Margallo?

R.- Todas las de España.

P.- Llegó a sonar como ministro de Economía. ¿Le hubiese gustado?

R.- Me gusta muchísimo más el Ministerio de Asuntos Exteriores.

P.- ¿Con quién se lleva mejor del Gobierno?

R.- Me llevo bien con todos, pero tengo especial relación con Soraya Sáenz de Santamaría, Ana Pastor, José Manuel Soria y José Ignacio Wert.

P.- ¿Y peor?

R.- Hay otro proverbio vasco que dice: «No les cuentes las penas a tus amigos; que les divierta su padre».

P.- Muchos le ven como un tipo sin pelos en la lengua, de los pocos que da la cara en el Gobierno.

R.- Mire, en la diplomacia sobran muchas perífrasis, muchos gerundios y muchos adverbios. Y un país cuando sale fuera y está convencido de su verdad dice lo que quiere para que los demás lo entiendan. Tenemos que actuar sin complejos.

P.- Fue de los pocos que criticó en su momento la Guerra de Irak. ¿Supo qué le pareció al señor Aznar?

R.- No [primero serio, luego silencio, al final se le escapa una risilla].

P.- Dijo de Merkel que siempre llegaba «un cuarto de hora tarde».

R.- Los reproches que me ha hecho la señora Merkel han sido siempre en clave de humor. Ambos somos viejos rockeros de la política y de la democracia cristiana y, por tanto, la crítica siempre es en este tono. Pero, ahora que me lo recuerda, le tengo que enviar unas flores por este asunto o el reproche será doble.

P.- ¿Europeísmo o barbarie?

R.- Es que no queda otra. Es preocupante la pérdida de fe en Europa y en los partidos políticos. Por primera vez desde la Transición, los dos grandes partidos están por debajo del 50%. Es verdad que tienen muchos defectos, pero cada vez que se ha cargado contra ellos, hemos tenido a Primo de Rivera o a Franco a las puertas. Si no existiesen, habría que inventarlos.

P.- Como político, ¿cómo lleva ser el principal sospechoso de todos los males que pasan?

R.- Lo de la culpabilidad es casi una visión luterana de la Historia, igual que los consejos europeos, que se convierten en aquelarres religiosos. El que se eche la culpa a la clase política actual es como si un señor que tiene cáncer le echase la culpa al médico que le quiere curar.

P.- ¿Gibraltar español?

R.- Gibraltar español. Absolutamente.

P.- ¿Se llevó alguna bronca el secretario de Estado para la Unión Europea, Íñigo Méndez de Vigo, por aquel comunicado que Italia y Francia calificaron de «alucinante»?

R.- Íñigo es amigo mío desde hace tiempo y también un gran profesional. Lo que tuvimos fue una conversación franca para evitar que incidentes como ése se vuelvan a repetir. Pero cualquiera puede tener un patinazo así. Cuando uno tiene la altura de Íñigo, reconoce el error y seguimos mirando hacia delante.

P.- Si hubiese sabido que Ángel Carromero iba a Cuba, ¿habría intentado pararle los pies?

R.- Le hubiese dicho que se abstuviera de hacer ese viaje. E, igual que para el resto de los españoles que van a Cuba, que por favor leyese la página web del Ministerio, en la que la recomendación más importante es que siempre se alquile un coche con conductor, porque un accidente puede tener consecuencias serias.

P.- ¿Cree que beneficia a la Monarquía que Telefónica haya renovado a Iñaki Urdangarin?

R.- A la hora de juzgar a la Monarquía, es un hecho absolutamente menor. Me parece mucho más importante que el Rey haya estado en Rusia, Brasil y Chile.

P.- Es vecino de Iñaki Gabilondo. ¿Se lo imagina con la oreja pegada a la pared?

R.- Tengo muchos defectos, y uno es que soy excesivamente transparente. Si él quiere saber algo, me lo dice y se lo cuento en el rellano.

P.- ¿Cree que el chándal de la delegación olímpica española ayuda a la Marca España?

R.- Como le dije a Alejandro Blanco, responsable del COE, sobre ese tema recomendaría la lectura sobre la caridad, Corintios 13, de San Pablo [Donde dice: «Cuando venga lo perfecto, desaparecerá lo parcial].