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ARTÍCULO

Ciudadanos de Catalunya

Artículo del ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Josep Borrell, en «El Periódico de Catalunya» de fecha 16 de diciembre de 2018

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Hemos asistido en el Congreso a un tenso debate sobre dos graves cuestiones: el 'brexit' y el independentismo catalán. Como decía el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ambos "caminan por vías paralelas y con retóricas similares", con un relato de agravios inventados y magnificados por la manipulación. En ambos casos se pretende forzar a la población a tomar decisiones binarias… Aquí y allí, hemos asistido a la exaltación de un puñado de tópicos, revestidos de nostalgia del pasado. Y siempre al servicio de la retórica del 'nosotros frente a ellos'.

En contraste, recuerdo a Josep Tarradellas diciendo desde el balcón de la Generalitat: "'Ciutadans de Catalunya, ¡ja sóc aquí!'" El 'president' dijo 'ciutadans', un concepto inclusivo idea fundacional de la Revolución francesa. Ciudadanos, libres, iguales y fraternales. Ciudadanos por elección. Ciudadanos de Catalunya.

Esa referencia proviene de la propia formulación de la Assemblea de Catalunya, y del debate intelectual que construyó el concepto de catalanismo que englobaba diferentes sensibilidades de la sociedad catalana. Una idea sintetizada en la llamada a "'un sol poble'", que ahora se utiliza para referirse solamente a una parte de los catalanes.

El catalanismo ha sido el espacio mayoritario común de la política catalana hasta el 2012. Para el catalanismo, la nación son los ciudadanos que comparten una comunidad de valores, la nación cívica, inclusiva y solidaria, mientras que los independentistas creen que considerarse una nación les da derecho a la secesión, lo que no reconoce ningún ordenamiento jurídico, ni el de la Constitución, ni el europeo ni el internacional.

El independentismo ha tenido el acierto de una idea, un mensaje, una comunicación, un argumentario común sin fisuras aparentes, al menos hasta ahora. Lejos de ser transversal, ha homogeneizado su espacio en un bloque del 47% excluyente del resto. En cambio, los no independentistas han seguido con sus diferencias ideológicas y sus diferentes tradiciones. Cuatro mensajes, cuatro programas, que en comunicación política equivale a un ruido inaudible.

Para llegar a la secesión, el independentismo necesitaba hacer saltar por los aires los puentes del catalanismo transversal. Y a esa tarea se ha dedicado con ahínco durante estos años.

Y la política como confrontación se vuelve binaria, no hay matices posibles. Blanco o negro, independentista o unionista, 1-O, es decir, frentismo. Esta estrategia ha tenido sus consecuencias, siendo la más grave la fractura social.

El debilitamiento del espacio catalanista nos ha conducido a lo que ahora estamos viviendo: la división de Catalunya que hay que evitar que se enraíce definitivamente en los espíritus y haga imposible la convivencia.

Afortunadamente, tomando distancia del ruido y de los silencios, el espacio central que ha sido el catalanismo existe, pervive, y ha de recuperar la mayoría social en la política catalana. De los dos millones de votantes a opciones independentistas, muchos son independentistas coyunturales que podrían cambiar de opinión y de opción si se les plantea la posibilidad de una reforma de España de la que participe Catalunya.

Para lograrlo, la palabra clave es y será siempre el diálogo. Solo así se podrán construir acuerdos entre los que mantenemos posiciones diferentes sobre el futuro que deseamos para nuestro país. Pero, en cambio, hemos asistido al incremento de la tensión para evitar el diálogo abierto por el nuevo Gobierno socialista, para mantener cohesionado un espacio que se fragmenta dentro del bloque soberanista. Y con absurdas comparaciones con la experiencia eslovena, que el propio primer ministro de ese país se ha encargado de rechazar, y una estéril insistencia en una vía unilateral que no lleva a ninguna parte. Algunos que reconocen ahora que ni siquiera tienen mayoría social, en su momento la apoyaron entusiastas. Otros la siguen proponiendo por toda Europa.

Por otra parte, como dijo el presidente Sánchez "se culpabiliza a un tercero mientras se obvian las responsabilidades propias en los recortes en educación y en sanidad que erosionan la cohesión social y la confianza en las instituciones", y se quiere rechazar un Presupuesto que contribuye a revertirlos.

El reconocimiento por parte del independentismo de la Catalunya que no piensa como ellos sería el primer paso para recuperar la convivencia y el diálogo entre Catalunya y el conjunto de España.

Y volver al "'Ciutadans de Catalunya'". A ser de nuevo "un sol poble'" en una "'Catalunya gran, oberta e inclusiva.