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ARTÍCULO

España y América Latina, aliados preferentes

Artículo del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Alfonso Dastis,  en «El Economista», 29 de mayo de 2017

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Profundas, estrechas, polifacéticas, intensas... Son sólo algunos de los adjetivos de una larga lista que suelo emplear cuando me piden que califique las relaciones entre España y Latinoamérica. Tratándose de un medio de información económica, les voy a exponer las cifras que cuantifican esa relación, los números que hacen tangible nuestro intenso y fructífero contacto, para que sean ustedes los que se encarguen de calificar los vínculos que España mantiene con Latinoamérica.


España, pese a su abultada distancia geográfica del continente americano, es uno de los dos principales inversores en Latinoamérica. Mantiene en la región un stock de 143.206 millones de euros, lo que representa el 31,4% de la inversión agregada de España en el mundo. Por el contrario, el volumen de inversión de América Latina en España, es de 46.928 millones de euros, lo que supone el 12,3% del total de inversión extranjera en España. Sólo en 2016, las exportaciones españolas a América Latina fueron de 13.535 millones de euros.


El caso de México es paradigmático. España exporta 4.100 millones de euros al país azteca y posee, a escala global, el mayor número de empresas españolas o filiales de éstas establecidas en el país, con casi 6.000.


La visión general del papel de las inversiones españolas en el continente no sería completa sin recordar que las contribuciones fiscales de nuestras empresas en los países de Latinoamérica superan los 40.000 millones de euros anuales. En el marco de sus programas de responsabilidad social corporativa, nuestras empresas desarrollan en la región actuaciones de valor social o medioambiental por importe superior a 1.000 millones de euros anuales y de cuyo impacto se benefician directamente más de 25 millones de personas.


Hasta aquí los números, y estoy convencido de que ya manejan una nutrida lista de calificativos que les permitan colorear el dibujo de las relaciones entre España y Latinoamérica. Un dibujo en el que España se ha encargado de hacer los patrones en el seno de la Unión Europea. Tradicionalmente, hemos sido, somos y seremos uno de los principales impulsores de las relaciones de la UE con América Latina y el Caribe, incluyendo, lógicamente, el ámbito económico.


Este impulso español ha sido y continúa siendo decisivo. Actualmente, la UE tiene firmados acuerdos de libre comercio con 26 de los 33 países de América Latina y el Caribe. Este marco birregional incentiva nuevos proyectos de inversión y comercio, proyectos en los que nuestras empresas juegan un papel de primer orden por su conocimiento de la región e implantación en la misma. En este sentido, creemos que la conclusión del Acuerdo de Asociación UE-Mercosur y la modernización de los acuerdos Global UE-México y de Asociación UE-Chile encierran un gran potencial para la expansión de las relaciones económicas entre ambos bloques.


No por sabido quiero dejar de mencionarlo, y es que conviene destacar nuestro compromiso continuado y constante con el desarrollo de la región. América Latina ha sido y continúa siendo destino preferente de la cooperación española. La suma de los recursos canalizados a la región en los últimos 20 años, bien a través de la Ayuda Oficial al Desarrollo bien de ayuda humanitaria, supera los 15.000 millones de euros. Asimismo, en el marco de la Cooperación Iberoamericana, España es el principal socio de cooperación triangular en América Latina.


Como colofón, quisiera recordar que en 2016 celebramos el 25º aniversario de las Cumbres Iberoamericanas, con un sistema de cooperación Iberoamericana fortalecido y centrado en tres espacios (cultura, conocimiento y cohesión social), y dos líneas, Cooperación Sur-Sur y Planificación, Seguimiento y Evaluación. España mantiene su firme compromiso con el mecanismo político que nos ofrecen las Cumbres y, por ello, trabajamos decididamente para impulsar las políticas comunes que benefician a nuestras economías como, por ejemplo, a través del Centro Iberoamericano de Arbitraje para empresas o mediante el Convenio-Marco Iberoamericano para facilitar la movilidad de talentos.


Lo anterior no pretende ser más que una limitada muestra, debido al reducido espacio, de una relación cada día más fuerte y a la que aún le quedan por sumar muchos y extraordinarios proyectos en los que todos estamos invitados a participar.