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ARTÍCULO

India, protagonista de la globalización

Artículo del ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Josep Borrell, en «Expansión» de fecha 19 de febrero de 2019

19 de febrero de 2019

Imaginen un país en una península situada en una posición geoestratégica con siete grandes ríos y una gran cadena montañosa que le separa de su vecino del norte, culturalmente diverso, y que en el siglo XX ha desarrollado un sistema democrático descentralizado. Podríamos pensar que se trata de España.


Pero si cambiamos el Ebro por el Ganges, y los Pirineos por el Himalaya, forzamos los superlativos y salvamos las enormes distancias entre ambos casos, esa descripción puede valer para España tanto como para India. Sirva esta cruda analogía para señalar la gran proximidad en el entendimiento que encontré en mi viaje oficial a la India, mi primer desplazamiento a Asia, y que se reproducirá en la visita que hoy efectúa la ministra de Asuntos Exteriores de ese gran país a España, quien recibirá la Gran Cruz del Mérito Civil como reconocimiento de la ayuda que su Gobierno prestó a la colonia española durante los terremotos en Nepal.


La importancia geopolítica de India no deja de crecer. Tras la visita oficial del primer ministro japonés, Shinzo Abe, en octubre y la visita de Estado del presidente chino, Xi Jinping, en noviembre, nuestra comprensión del mundo no sería completa sin prestar la debida atención a India, una potencia regional cuyo desarrollo tiene cada vez un mayor impacto a escala mundial. Es más, India tiene desde luego activos para ser considerado un actor global. Primero, porque es la economía de más rápido crecimiento del mundo: en 2019 llegará al 7,4% del PIB, y en 2020 al 7,7%.


Segundo, por su crecimiento demográfico exponencial, que le está haciendo superar a China: en 2018 tenía 1.370 millones de habitantes (China 1.390 millones), pero entre 2030 y 2040 la población india superará la de su vecino en un 8%, y entre 2050 y 2060 lo hará en un 25%.


Su tercer activo es una pujante clase media, que en 2018 englobaba ya al 20% de su población, con una previsión de alcanzar el 37% hacia 2050. Estos sectores profesionales, que han tenido acceso a una mayor educación, son menos tolerantes con la corrupción, que se ha situado en el centro del debate político. Y, en la era de las telecomunicaciones, India es un país líder en TIC, con lo que ello representa en el marco del desarrollo tecnológico en marcha.


Pero India no es solamente un gigante productivo y poblacional. También es una democracia asentada, la más poblada del mundo, y que es capaz de equilibrar su enorme diversidad lingüística, religiosa y cultural, convirtiéndola, no sin dificultades, en fuente de riqueza y no de división. India tiene más de cuatrocientas lenguas distintas (de las cuales dos son oficiales a nivel nacional -el inglés y el hindi- y veinte cooficiales a nivel de Estados). Hinduismo, budismo, islam y jainismo son religiones tradicionales en India, aparte de su importante población de religión musulmana. Para que luego digan algunos que es imposible unir a Europa, o a España, porque es demasiado "diversa".


Estos activos, junto al de su privilegiada ubicación geográfica (incrustada en el océano Indo-Pacífico, por donde transita el 90% del comercio mundial), sitúan a India en la vanguardia geopolítica global.


Durante los siglos XIX y XX, la geopolítica eurocéntrica marcó en gran medida los designios asiáticos. Esa dinámica ha terminado. Ahora, en el siglo XXI, el centro de gravedad se encuentra en Asia, y de ahí la importancia de estrechar nuestras relaciones comerciales en sectores como el naval, el aeroespacial y el ferrocarril, y pero también lo es posicionar políticamente a España en este escenario, incluyendo la presencia en sus principales foros sobre relaciones internacionales y seguridad, como el Diálogo Raisina, un encuentro promovido por el Gobierno del primer ministro Modi, en el que tuve ocasión de participar y que permite conocer de primera mano la cosmovisión de nuestros socios asiáticos.


'Indo-Pacífico'


India está promoviendo, junto con Australia, Japón y Estados Unidos, el concepto geoestratégico del "Indo-Pacífico", un espacio que englobaría los dos grandes océanos y que se quiere "libre y abierto" desde el punto de vista de la libertad comercial y de navegación, y de la seguridad de las vías marítimas, pero también políticamente (todos sus miembros son democracias). Esta iniciativa puede verse como una respuesta a China, potencia económica continental que se proyecta sobre la región y África, y su Nueva Ruta de la Seda (que no es sólo terrestre), y que a ojos de algunos observadores tiene una vocación hegemónica.


España y Europa deben seguir atentamente las alianzas y alineamientos que se están tejiendo en la cuenca asiática. El proyecto europeo, ejemplo del éxito, ha dado el período de paz más largo de nuestra historia reciente y ha sido siempre de naturaleza cooperativa. Esta aproximación es la que podemos proponer a todos nuestros socios asiáticos.


También la Unión Europea ha reconocido el potencial global de este país. El pasado 20 de noviembre, la Comisión y la Alta Representante publicaron los Elementos para una Estrategia de la UE en India, proponiendo elevar el Diálogo Anual al nivel de "Diálogo Estratégico Regular", en reconocimiento de su creciente peso específico. Además, la UE es el primer socio comercial de India (puesto que nos disputamos con China), mientras India es el noveno socio comercial de la UE. La Unión Europea es el segundo mayor inversor en India (con un stock acumulado de unos 55.000 millones de euros) y la UE es el primer destino de la inversión india en el extranjero.


Para todo ello será necesario avanzar conjuntamente y sin dilación en las negociaciones del Acuerdo de Libre Comercio UE-India y en un Acuerdo de protección de inversiones UE en India. Estas iniciativas y acuerdos vincularán aún más a las dos grandes uniones democráticas del mundo, la Unión Europea e India, propiciando que el león asiático y el toro europeo se encuentren y generen oportunidades de progreso conjunto para los ciudadanos de dos de las penínsulas de mayor relevancia geoestratégica del continente eurasiático.