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ARTÍCULO

Hablemos de la Europa que queremos... y de la que no queremos

Artículo del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Alfonso Dastis, en «El Mundo» de fecha 08 de mayo de 2018

8 de mayo de 2018

La construcción de la Unión Europea es en cierto modo como la construcción de la Sagrada Familia: un proyecto abierto, inconcluso, deslumbrante y grandioso. Es el fruto de la imaginación de unos visionarios cuyos avances sin embargo requieren a día de hoy de un consenso cuasi unánime. La diferencia estriba en que mientras nadie aspira a desmontar el gran templo de Barcelona, lamentablemente el proyecto de la integración europea viene sufriendo sonadas sacudidas en estos últimos años. Si el sucesivo auge de los partidos euroescépticos propició un lento pero gradual deterioro de la imagen de la UE ante sus ciudadanos, el Brexit fue la manifestación más destacada del malestar de una parte de la población ante la construcción europea.


La decisión de los votantes británicos puso en su día un punto de interrogación sobre el proyecto europeo. Paradójicamente, lejos de disparar el riesgo de contagio entre el resto de Estados miembros, ha contribuido por un lado a cerrar filas entre los socios comunitarios y, por otra parte, ha conducido irremediablemente la Unión Europea a un punto de inflexión. Se dibujan ante nosotros numerosos escenarios ante los cuales sólo hay un denominador común. Ahora más que nunca, el proyecto europeo debe escuchar a sus ciudadanos, recoger sus opiniones e inquietudes, e incorporar sus propuestas para recuperar su ilusión e implicación.

 
Hasta ahora, la batuta del debate europeo ha estado demasiado dominada por las opiniones que expresaron los euroescépticos sobre los excesos de más Europa y las ventajas de menos Europa. Nos toca ahora cambiar las tornas, relanzar la narrativa europea y recobrar el pulso de la ciudadanía tratando de implicarla activamente. Por ello y con esa idea en mente, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE decidieron lanzar durante este año unas consultas ciudadanas sobre el futuro de Europa. Estos diálogos o consultas están llamados a:


Primero, abrir un debate sobre el futuro de Europa. Necesitamos preguntarles a nuestros ciudadanos sobre la Europa que conocen, la que palpan en su día a día, la que afecta a sus profesiones, la que les protege y defiende, la que no llega a sus expectativas o la que no recoge con suficiente fuerza sus quejas.

Segundo, incentivar la participación de los ciudadanos. Junto a numerosos colaboradores y organizaciones de la sociedad civil, estamos poniendo en marcha un calendario de eventos abiertos, no partidistas, transparentes y participativos para que las opiniones e ideas de los individuos sobre Europa encuentren el vehículo necesario para ser oídas.

Tercero, trascender el espacio nacional. Estos diálogos ciudadanos constituirán el mayor ejercicio de reflexión sobre el futuro de Europa emprendido de forma simultánea en cada uno de los Estados miembros. Si aspiramos a ser europeos, tendrá que ser creando discusiones genuinamente europeas que no sean una continuación de los debates locales.

Cuarto, integrar a todos. Las consultas ciudadanas no son un espacio propagandístico de los éxitos de la Unión Europea sino que pretenden dar la palabra a entusiastas, simpatizantes, críticos y detractores a partes iguales. Si algo hemos aprendido en estas décadas, es que no hay sociedad que prospere ni que preserve su convivencia sin respetar las inquietudes, frustraciones, anhelos o propuestas de todos sus ciudadanos.

Quinto, desembocar en resultados tangibles. Las propuestas e ideas que surjan en este proceso de consultas ciudadanas tomarán la forma de un informe que cada uno de los Estados miembros presentará en el último Consejo Europeo de este año. El objetivo no será otro que sacar las debidas conclusiones con la vista puesta en las elecciones europeas de 2019.

Será sin lugar a dudas un ejercicio ambicioso al que todos estamos invitados a participar. Hablemos de la Europa que queremos y de la que no queremos, pero, tal como lo hacen los arquitectos de la Sagrada Familia, sigamos todos juntos construyendo ese gran proyecto inconcluso y deslumbrante que es la Unión Europea.