Está en funciones desde hace cinco meses, pero su agenda sigue tan agitada como siempre. Se podría decir que Margallo es un ministro transversal, esa palabra de moda: en la legislatura de la mayoría absoluta de Mariano Rajoy ha opinado de todo, para desesperación de algunos de sus compañeros de Ejecutivo. Le ha gustado hablar especialmente del debate secesionista y advierte de que continuará haciendolo. «No me arrepiento y voy a seguir así esté en el Gobierno o no. Es un tema al que he dedicado muchos años de mi vida».
–¿Qué tendrían que hacer los socios europeos si el 23 de junio los británicos votan 'no' a Europa?
–Dar un salto adelante para que la salida del Reino Unido no se interprete como el principio del fin del proyecto europeo. Esto es: una emisión de eurobonos, que exigiría la culminación de la unión bancaria, y la puesta en marcha de un fondo monetario europeo que haría las veces de gobierno económico.
–¿Qué hará España si gana el 'Brexit'? ¿Habría que cerrar la verja?
–Si el Reino Unido sale, tiene un plazo de dos años para establecer las relaciones con la UE. Gibraltar dejaría de tener la relación que tiene con la UE y habría que renegociar ese estatus. Lo más sencillo sería rescatar los trabajos que se hicieron en la época de Aznar y Blair, que hablaban de una soberanía compartida con un estatuto de autonomía amplísimo, que está previsto en el artículo 144 de la Constitución.
–Venezuela ha entrado en la campaña española para el 26-J. Albert Rivera ha sabido sacar mucho rédito de su corto viaje a Caracas.
–El Gobierno lleva ocupándose de Venezuela desde que tomó posesión y advirtiendo de que se podía producir una situación gravísima con impacto en toda la región si seguía polarizándose la opinión pública. El Gobierno tiene un solo objetivo, que es que haya un diálogo nacional. Esos son los réditos que el Gobierno quiere sacar de su actuación en Venezuela. Ningún otro rédito de carácter partidista o electoral.
"Si Rivera quiere unirse a la coalición PP-PSOE, me parecerá bien"
–¿Se imagina compartiendo mesa con él o con Pedro Sánchez la próxima legislatura?
–Yo soy un hombre de la transición, estoy acostumbrado a debatir, a discutir, a ponerme en el lugar de personas que no piensan como yo. No tengo ninguna dificultad para imaginarme debatiendo con el señor Sánchez o el señor Rivera. El que no sé si estará en esa mesa soy yo…
–¿Cree que si los resultados vuelven a ser tan ajustados Rajoy puede permitirse volver a decir 'no' al Rey?
–La pregunta está mal formulada. La Constitución dice que el Rey convoca a los líderes para formarse una opinión de quién está en condición de formar Gobierno y se lo encarga. Puesto que el señor Sánchez le dijo a Rajoy que de ninguna manera iba a aceptar que él fuera presidente, era evidente que Rajoy no podía formar Gobierno y así se lo dijo al Rey.
–Sánchez tampoco tenía ningún pacto cerrado y sí aceptó la propuesta de Felipe VI. ¿Rajoy, por imagen, se podría permitir volverle a decir que no?
–Yo entiendo que Rajoy va a hacer lo que dijo que iba a hacer antes de las anteriores elecciones. Rajoy cree, y yo también, que los problemas de España son tan serios que requieren una conjunción en la forma que sea entre los dos grandes partidos. Yo creo que hay que formar una gran coalición entre el PP y el PSOE, liderando aquel que haya ganado. Solo hay dos soluciones posibles: un sistema planetario constitucionalista y un sistema planetario claramente rupturista. En un polo están el PP y Ciudadanos, y en el otro, IU y Podemos. El PSOE se mide en una ambigüedad calculada o no calculada y tendrá que elegir.
–Algunas encuestas dan que el PP podría sumar con Ciudadanos, pero Rivera sigue diciendo que no hará presidente a Rajoy. ¿Aconsejaría al líder del PP que cediera?
–Para mí lo que es capital es el entendimiento entre socialistas y populares. Si Rivera quiere unirse a esa conjunción, me parecerá bien. No soy partidario de un Gobierno solo con Rivera si nos dieran los números, que lo dudo. Nadie debe meterse en matrimonio ajeno.
"He dicho lo que creía que tenía que decir sobre Catalunya porque nadie más lo decía y porque el partido se juega fuera"
–Usted ha comentado que, como es amigo de Rajoy, se ha sentido libre para hablar del debate secesionista porque lo comentaba antes con él. ¿Se arrepiente de haber alzado tantas veces la voz en este asunto?
–En primer lugar, he dicho lo que creía que tenía que decir, entre otras cosas, porque nadie más lo decía. Y, en segundo lugar, lo he dicho porque el partido se juega fuera. Lo que estamos discutiendo es si Catalunya puede algún día, después de una declaración unilateral de independencia, convertirse en un Estado que forme parte de la UE. Ese es el planteamiento de los partidos secesionistas. ¿Puede usted ser un Estado como consecuencia de esa declaración? La respuesta es no. Palestina, la República Árabe Saharaui o Kosovo, por ejemplo, han tenido reconocimientos, pero no están reconocidas por el único que tiene capacidad de hacerlo, que es la ONU. Y si usted no es un estado no puede pedir ingreso en la UE. Catalunya quedaría completamente aislada con muy poquitos reconocimientos, fuera de la UE, y eso se traduciría en una pérdida de bienestar de los catalanes. Como esto no es posible, vamos a buscar fórmulas que den satisfacción a sus reivindicaciones que sean realistas.
–En su libro 'Todos los cielos conducen a España' (Planeta), afirma que tiene en el cajón una reforma constitucional. ¿Qué cambios propone?
–Esa reforma se empezó a redactar hace mucho tiempo y terminó hace dos años y medio. Han participado muchos expertos, gran parte amigos de Rajoy. Se le entregó al presidente diciéndole: «Esto es lo que creemos que habría que hacer». Es obvio que tiene más información que yo y no ha considerado oportuno moverse ahora hacia una reforma. Pero los mimbres están ahí y, si llega el momento de hacerla, no empezaremos a discutir con un papel en blanco.
"En la reforma constitucional han participado muchos expertos, gran parte amigos de Rajoy"
–¿Le entregó la reforma a algún dirigente de otro partido o a los reyes Felipe VI o Juan Carlos?
–No. El primer deber de un ministro es la lealtad hacia el presidente, y es él el que debe considerar si es admisible y útil.