Justo un mes antes de que empiece la campaña electoral con la que concluye la legislatura más corta de la historia de España, José Manuel García-Margallo (Madrid, 1944), uno de los amigos personales que Mariano Rajoy tiene en el Consejo de Ministros, defiende que en su partido no hay ruido interno contra el presidente.
-Rajoy ha dicho que está en forma. ¿Cree que es un aviso a navegantes contra los que deslizan, por ejemplo Sánchez y Rivera, que debe irse?
-En el PP no hay ningún ruido interno. Es obvio que si alguien quisiese sustituir a Rajoy no me lo iba a contar a mí porque soy su amigo. Pero objetivamente no he percibido nada. Y además sería un tremendo error abrir una época de inestabilidad. El PP es el partido más estable de España y un Gobierno estable se forma por partidos estables. Yo ya he vivido eso en UCD, cuando quisieron desestabilizarlo y fueron a la cabeza: una vez que acabaron con Suárez lo demás fue sencillo.
-¿Descarta que, como se dice ahora, vaya a dar un paso al lado si lo exigen los que tendrían que apoyarle o abstenerse en su investidura?
-Está completamente descartado. Rajoy se presenta con el aval de un Gobierno que ha sabido capear una de las crisis más difíciles de nuestra historia. Si hubiéramos ido al rescate estaríamos como Grecia. El haberlo evitado ha sido heroico y no es razonable que el protagonista de ello tenga que irse porque a un señor no le guste.
-¿A usted le gusta Albert Rivera?
-Tengo una enorme simpatía por Ciudadanos y Rivera, y por el papel que hicieron defendiendo la unidad de España en Cataluña. Dicho esto, creo que en este proceso se han equivocado alineándose con Pedro Sánchez sin tener en cuenta que quien había ganado las elecciones era el PP. Pero de los errores también se aprende y espero que el día 27 de junio Ciudadanos no cometa el mismo error y apueste por el bloque constitucional.
-¿Y espera lo mismo de Pedro Sánchez, después de haberse negado a hablar con Rajoy?
-Es que en Europa nadie logra entender que partidos que participamos de una misma concepción de España y de Europa, como PP, PSOE y también Ciudadanos, no logremos ponernos de acuerdo, que es lo que ocurre en otros países europeos. El último que lo ha logrado ha sido Irlanda, que en mucho menos tiempo ha conseguido cerrar un Gobierno. Y no aciertan a entenderlo porque los europeos están acostumbrados a que todo funcione sobre un gran acuerdo entre populares y socialistas.
-Sin ir más lejos, las propias instituciones europeas ¿no?
-Efectivamente. El presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y el del Consejo, Donald Tusk, pertenecen al Partido Popular. Y el del Parlamento, Martin Schulz, es del Partido Socialista. En Austria y en Alemania hay también una coalición de populares y socialdemócratas, liderada siempre por el partido más votado. Nadie logra entender que teniendo los desafíos que tenemos no haya acuerdo. Y entienden menos que Pedro Sánchez se mueva en una especie de duda existencial entre formar parte de un bloque constitucionalista o unirse a un frente con Podemos, IU y los separatistas.
-¿Cree que esa duda existencial es compartida por todos los socialistas?
-Que Sánchez esté pensando en aliarse con modelos que sueñen con un sistema bolivariano, cuando Venezuela está atravesando la situación actual, o con un modelo a la griega, con la gente en la calle porque no le pagan las pensiones, pues no deja de ser sorprendente. Y también para muchos socialistas. Los que yo conozco, que han vivido el espíritu de un partido que tiene 137 años, son mucho más partidiarios de un entendimiento entre las dos grandes formaciones, dejando que gobierne el partido que gane.
-¿Está hablando de una abstención del PSOE para que gobierne el PP?
-Yo sería partidiario de un Gobierno de coalición. Aquí cuando hemos trabajado conjuntamente las cosas han salido bien. Y cuando hemos decidido ignorar a media España, lo hemos hecho muy mal. La Constitución salió bien porque partidos que pensaban distinto fueron capaces de hacer concesiones. Hasta el Tinell, momento en que el PSOE ensaya una fórmula que consiste en intentar modificar el bloque constitucional ignorando a la España que nosotros representamos. Soy por naturaleza pactista; creo que hay que pactar para no echar por la borda la España que hemos construido.
-¿Y sería partidiario de que en un hipotético gobierno de Mariano Rajoy entraran ministros socialistas?
-Sí. Yo sería partidario de un Gobierno de coalición como existen en Europa. Si eso no es posible, la alternativa sería un gobierno tolerado por el partido que no hubiese ganado las elecciones, con una hoja de ruta muy clara y con un calendario establecido.
-¿Sobra Sánchez para que lleguen ustedes a un acuerdo?
-Depende de él. Yo entiendo que en campaña, el lenguaje es diferente al que se mantiene una vez que se han abierto las urnas. Pero una vez que se abran las urnas, se constatará que la alternativa es el sistema planetario constitucional o el sistema planetario rupturista. Yo no soy partidiario de condicionar las soluciones a las personas. Fuera del bloque constitucional, solo queda el realismo mágico a la venezolana.
-Ese escenario de acuerdo que usted plantea sería más factible con Susana Díaz que con Sánchez en Ferraz?
-En matrimonios ajenos no me meto. En estos dos sistemas planetarios hay dos ejes. En uno estaría el PP, y espero que también Ciudadanos; y en otro está Podemos e IU. Y en medio está el PSOE, que un día hace un pacto con Rivera y al siguiente reconoce que lo que realmente le gustaría es entenderse con Podemos. Sánchez debe saber que si apostase por una fórmula no constitucionalista, esto a medio plazo sería el final del PSOE. Trotsky cuenta en la historia de la revolución rusa que sin Kerensky no hubiera sido posible el triunfo de los bolcheviques. Largo Caballero hizo gobierno con los comunistas en septiembre del 36 y en mayo del 37 le pusieron en la calle.
-¿Era una crítica a su Gobierno lo de que «en materia de austeridad «nos hemos pasado cuatro pueblos»?
-Cualquiera que haya escuchado mis declaraciones completas sabe que me estaba refiriendo a la Comisión y no al Gobierno español. Siempre he sostenido, incluso por escrito, que si queremos superar la crisis y crecer, es necesaria una política monetaria más flexible. Es incomprensible que la Comisión no valore el comportamiento de un gobierno como el nuestro que empezó con una mochila pesadísima y que ha reducido el déficit de forma más considerable en medio de la mayor recesión que hemos atravesado desde 1929. Este Gobierno no es que lo haya hecho bien, es que ha rozado la santidad.
-¿Con el acuerdo que acaban de formalizar Pablo Iglesias y Alberto Garzón peligra la posición del PSOE como primer partido de la izquierda?
-El sorpasso se puede producir y no es bueno. A corto plazo al PP nos dejaría el terreno más despejado pero no sería bueno para España. Y a mí me importa más España que el PP.
-¿Quién tiene una idea más clara de España, Iglesias o Sánchez?
-Iglesias tiene tres iconos intelectuales: Lenin, Gramsci y Laclau. Ya sabe usted que Gramsci hablaba siempre del análisis concreto de la realidad concreta. Iglesias tiene un análisis concreto más elaborado que Sánchez. Lo que pasa es que es una idea de España de principios del siglo XX.
-¿Usted comparte que se haga política a través de Twitter?
-A mí que la política se haga en Twitter, Facebook o en las tertulias me parece bien. No coincido con McLuhan cuando dice que el medio es el mensaje: lo importante son las ideas. Me ha chocado que no se hable del escenario internacional y europeo. El gran problema es que vamos a tener que mantener el estado del bienestar con grandes cambios demográficos: cada vez trabajan menos personas para mantener a más pensionistas. Y los partidos deberían decir qué van a hacer para conservar ese sistema: subir las cotizaciones tendría un coste laboral que te saca del mercado y usar instrumentos impositivos nos restaría competitividad. Habría que decirles a algunos partidos que quieren aumentar el gasto que si lo suben, los mercados les van a decir que no les dan un euro. Sería una catástrofe para un país que tiene los mercados abiertos que se le cerrasen.
-¿En qué momento está el desafío independentista catalán?
-Con Puigdemont no ha aflojado nada. Ha ido a Bruselas, ahora se va a Londres, y Romeva está por el todo el mundo. Están gastando muchísimo dinero en la venta de su «producto» porque saben que el partido se juega fuera y no dentro. Por eso, cuando España tuvo la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU consiguió la aprobación por unanimidad de 192 países de una declaración que dejaba claro que la autodeterminación solo es posible en caso de colonias, zonas invadidas militarmente o territorios que nieguen los derechos humanos. Y hemos dado la batalla para que los catalanes antes de votar una declaración de independencia sepan que Europa nunca avalaría esta declaración. Hay un tema de corazón que hay que explicar siempre: que Cataluña es infinitamente mejor dentro de España y de la UE, que fuera de ellas.
-¿Descarta terceras elecciones?
-Si eso sucediera habría que volver a leer a Valle-Inclán y resucitar la idea del esperpento.