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"La Marca España, un sueño colectivo".(La Razón)

domingo 12 febreiro 2012

En su célebre mito de la caverna, Platón establece por primera vez en la historia del pensamiento humano la diferencia entre realidad e imagen. La primera tiene una dimensión objetiva, mientras que la segunda vive sólo en la mente de los hombres.

En tiempos de la aldea global, esta imagen platónica cobra una relevancia mayor que en cualquier momento histórico anterior. La realidad es demasiado vasta, demasiado compleja para poder ser asimilada en su totalidad. Es por eso que las personas recurrimos a las imágenes para hacernos una idea de lo que ocurre a nuestro alrededor. Las imágenes, por tanto, son simplificaciones necesarias para poder ubicarnos en un mundo que cambia de forma constante.

Las personas tenemos una imagen. Las empresas tienen una imagen. Los colectivos humanos tienen una imagen. Y los estados, por supuesto, tienen una imagen que se proyecta no sólo sobre sus propios ciudadanos, sino que trasciende las fronteras y va más allá, hacia la opinión pública internacional. La imagen de los estados está formada por un sinfín de elementos: por su historia, por su economía, por su cultura, por su gente y un interminable etcétera.

España es un país rico en historia y, como tal, puede presumir de tener una imagen sólidamente asentada en el imaginario colectivo. A diferencia de otros países más pequeños o más nuevos, España no tiene necesidad de revelarse al mundo para que éste sepa de su existencia. Sin embargo, esta dimensión histórica tiene su propio lastre: la imagen de España está cargada de tópicos, de leyendas negras y de arquetipos.

Hoy, España es mucho más que toros y flamenco. Es líder en energías renovables y alta velocidad, es la patria del segundo idioma más hablado del planeta, es la cuna de Velázquez, de Cervantes y de Picasso. España cuenta con una gastronomía milenaria que ha producido auténticos genios de la cocina moderna. Los deportistas españoles han conseguido llegar a lo más alto en sus disciplinas, llevando nuestra bandera y nuestro himno a los podios de las competiciones más prestigiosas del mundo. Nuestro país exporta un modelo de Transición a la democracia que puede servir de ejemplo para otras muchas naciones hermanas. España es cine, literatura, moda, turismo, desarrollo y muchísimas cosas más.

Desde hace años, España es consciente de la importancia de su política de imagen. El ICEX, aunque con otro nombre, empezó su andadura en 1982; TURESPAÑA lleva haciendo una excelente labor desde su creación en 1990; y en 1991 nació el Instituto Cervantes, buque insignia de la lengua castellana e institución encargada de difundir la cultura en español por todos los rincones del mundo. Quizá el salto definitivo se dio en 1992, cuando la confluencia del V Centenario del Descubrimiento de América, la EXPO de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona nos alertaron sobre la importancia de gozar de una buena imagen internacional.

La trascendencia de ese hecho se puso de relieve cuando, durante el Gobierno de José María Aznar, nació el proyecto Marca España como un intento por parte de la Administración de aunar todas las voces que contribuyen a la imagen de nuestro país en un intento por potenciarla y dotarla de una presencia internacional aún más sólida. Además, la Marca España tiene una connotación eminentemente práctica. No se limita a ser un mero ejercicio de patriotismo, sino que pretende servir de instrumento que aporte valor añadido a nuestras empresas, que dé valor a nuestras reivindicaciones políticas, que mejore el día a día de nuestros ciudadanos cuando se relacionan con el exterior.

El Gobierno del que formo parte tiene un compromiso inquebrantable con la Marca España. Creemos que los poderes públicos tienen la obligación de velar por la imagen de nuestro país sirviendo de altavoz para todos los actores que configuran la imagen de España, facilitando la internacionalización de nuestras empresas, atrayendo inversiones extranjeras, exportando nuestra cultura y, por supuesto, defendiendo a nuestros deportistas más allá de nuestras fronteras.

Hace pocos días, los mecanismos de lo que hemos decidido llamar diplomacia pública tuvieron que ponerse en marcha precisamente para defender el honor de algunos de nuestros deportistas más queridos y admirados, cuya intachable imagen había sido puesta en entredicho en una emisión humorística francesa. Nuestros deportistas son un ejemplo de mérito, esfuerzo, sacrificio y superación personal que sirve de modelo a seguir para toda la sociedad española. Creo que es obligación de los poderes públicos defender y proteger aquello que es excelente en nuestro país, y qué mejor ejemplo que nuestros deportistas, que sirven de fuente de inspiración para todos nosotros.

La Marca España es mucho más que una política del Gobierno del que formo parte, es un proyecto conjunto de toda la sociedad española que abarca a instituciones, empresas y ciudadanos. Se trata del sueño de conseguir que, por una vez, la realidad y la imagen de Platón coincidan la una con la otra y hagan justicia a la compleja unidad que es España.