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Historia

​Real Basílica de San Francisco el grande

Aunque el nombre oficial del templo sea el de Santa María o Nuestra Señora de los Ángeles, el pueblo de Madrid siempre lo ha conocido como San Francisco el grande, para diferenciarlo de otro pequeño convento en la Puerta del Sol. Ubicado en el lugar donde la tradición cuenta que el propio San Francisco levantó una pequeña capilla en su peregrinación a Santiago de Compostela a principios del siglo XIII, la primera piedra de la actual Real Basílica de San Francisco el grande fue puesta en 1761. El diseño inicial del franciscano Francisco Cabezas se enfrentó a algunos problemas que retrasaron su construcción y que produjeron que otros arquitectos como Francisco de Sabatini o Miguel Fernández, director de la Real Academia de Bellas Artes de san Fernando, fueran los encargados de su conclusión.

El 6 de diciembre de 1784, tuvo lugar la solemne inauguración de la iglesia bajo la presidencia del rey Carlos III, quedando vinculada desde entonces a la Obra Pía de los Santos Lugares. De esta época data también la construcción del convento para el alojamiento de la Orden Franciscana. 

Su estricto estilo neoclásico (el uso de los órdenes clásicos en su simétrica fachada; la combinación de los volúmenes de la esfera y el cubo en su interior; y la sobriedad de su decoración original) es la expresión del ideario de la Ilustración, donde la razón se alza como el instrumento modernizador del país. Los muros interiores y la cúpula, de 33 metros de diámetro, estaban encalados para resaltar las pinturas de enorme formato obra de los más importantes artistas de la época. La indulgencia de la Porciúncula de Francisco Bayeu ocupaba el altar mayor y San Bernardino de Siena de Francisco de Goya, en la capilla de San Bernardino de Siena, donde el pintor se incluyó entre los caballeros mirando directamente al espectador. Dos bocetos de esta obra, propiedad de la fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, se exponen hasta febrero del año que viene en las salas 34-38 del edificio Villanueva del Museo del Prado.

La iglesia de San Francisco el grande pasó a convertirse en la sede permanente de los capítulos de varias de las órdenes militares españolas y de la Orden del Santo Sepulcro, como atestigua la capilla de Santiago. Por su parte, la capilla de Nuestra Señora del Olvido o de Carlos III acogió las más importantes ceremonias de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, con la que el reformismo borbónico premiaba a sus más destacados reformadores. Durante el reinado de Fernando VII fue el escenario de varios de sus enlaces y de los funerales de las reinas María Isabel de Braganza y María Josefa de Sajonia.  La iglesia sufrió un importante deterioro durante la guerra de Independencia y la desamortización del gobierno de Juan Álvarez de Mendizabal en 1835 que dispuso su uso como cuartel durante un siglo. Durante estos años hubo un proyecto de convertir el edificio en Panteón Nacional, llegándose incluso a trasladar a él “los restos de españoles ilustres” como los de Garcilaso de la Vega, el Gran Capitán, Francisco de Quevedo o del Marqués de la Ensenada, entre otros. Tras el abandono de la idea y el regreso de los restos de estos “españoles ilustres” a sus respectivos lugares de origen, el edificio cayó en desuso provocando su rápido deterioro. La celebración en San Francisco el grande de los solemnes funerales de la reina doña Mercedes, esposa de Alfonso XII, obligó al gobierno de Antonio Cánovas del Castillo a emprender su recuperación que se prolongó hasta 1917. Una recuperación que fue mucho más allá de una mera restauración, pues los trabajos del arquitecto Simeón de Ávalos, del decorador José Marcelo Contreras y del pintor de temas históricos Carlos Luis de Rivera transformaron su original sobriedad neoclásica en la actual abigarrada exhibición iconográfica repleta de color. Su reinstauración como lugar de culto en 1889 y el regreso de la orden franciscana en 1926 marcaron su uso durante el primer tercio del siglo XX.

​Francisco de Goya. La predicación de san Bernardino de Siena ante Alfonso V de Aragón. Obra Pía de los Santos Lugares, San Francisco el grande, Madrid​

Durante la guerra civil, San Francisco el grande albergó y protegió las colecciones del Palacio Real de Madrid. A partir de 1939, la iglesia de San Francisco el grande retomaría su carácter religioso y su adscripción a la Obra Pía de los Santos Lugares dependiente del ministerio de Estado. En 1963, el papa Juan XXIII elevó la dignidad de la real iglesia de San Francisco el grande a la de basílica.  ​

Aspecto de la rotonda de San Francisco el grande en una fotografía tomada en septiembre de 1937, en la que, entre las colecciones del Palacio Real de Madrid, se pueden apreciar varios de los carruajes que en la actualidad son utilizados en las ceremonias de presentación de sus cartas credenciales a S.M. el rey Felipe VI por parte de los embajadores acreditados en España. Archivo del Museo Nacional de El Prado, Madrid (cat. nº. 79).​