Este sitio web utiliza cookies propias y de terceros para su funcionamiento, mantener la sesión y personalizar la experiencia del usuario. Más información en nuestra política de Cookies

Menú

"Visión y valores compartidos en el contexto europeo. Especial Alemania y España: destino común ". (ABC)

28 de marzo de 2012

Ortega y Gasset en su obra «Europa y la Idea de Nación», afirmaba que «la Idea de Nación, tal y como había sido entendida hasta ahora, había agotado su contenido» y que «los pueblos de Europa sólo podían salvarse si trascendían esa vieja idea esclerosada poniéndose en camino hacia una supra-nación, hacia una integración europea».

Los europeos nos encontramos hoy ante una encrucijada semejante a la descrita por Ortega. Podemos volver a las estrechas, pero conocidas formas estatales de convivencia o dar un salto adelante hacia una mayor integración europea. La crisis económica nos enseña que no existen soluciones individuales y que los problemas de unos afectan a todos, por lo que parece claro que Europa es la expresión de la solidaridad de nuestro destino. Y Alemania y España están entre las naciones europeas más claramente dispuestas a transformar la comunidad de historia y cultura que es nuestro continente en una unidad política, económica y social.

La actual crisis no ha frenado el proceso de integración europea, por el contrario, puede convertirse en una gran oportunidad para que la Unión Europea se fortalezca internamente, refuerce la competitividad de nuestras economías y haga frente al reto que implica la emergencia de nuevas potencias económicas mundiales.

Relaciones con Alemania
El pasado día 20 de marzo participé con varios colegas en un encuentro convocado en Berlín por el Ministro de Asuntos Exteriores alemán Guido Westerwelle, cuyo objetivo es de abrir un debate estratégico sobre el futuro de Europa. Este debate se justifica por la evidencia de que los avances que se producen en la unión económica deben complementarse con una mayor integración política, para que Unión Europea no quede coja.

Alemania desempeña un protagonismo especial en este salto cualitativo en la integración europea y España es un socio clave, que ha dejado de ser percibido como problema para serlo como parte de la solución. Ambos países hemos construido una estrecha relación, asentada en unos mismos valores y en una visión compartida sobre los retos del presente y nos hemos apoyado en todo momento. Las posiciones de ambos gobiernos sobre una amplia gama de cuestiones internas europeas e internacionales son muy cercanas.

Alemania es nuestro segundo cliente y nuestro principal proveedor
Las relaciones económicas entre España y Alemania son intensas y no han dejado de crecer en los últimos años. Alemania es nuestro segundo cliente y nuestro principal proveedor. La inversión alemana en España ha contribuido al fuerte desarrollo español de las últimas décadas. Empresas líderes españolas se han integrado en el mercado alemán en los más variados sectores, telecomunicaciones, servicios financieros, turismo, moda, automoción o infraestructuras. Esta proyección de España en Alemania se asienta en una serie de activos españoles (institucionales, empresariales, tecnológicos, artísticos, culturales y deportivos) que, óptimamente combinados, deben ser la base de la Marca España, un instrumento principal de la política exterior española y cuyo desarrollo es prioritario para el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.

Los contactos entre nuestras sociedades son crecientes. Cien mil españoles viven en Alemania mientras que doscientos mil alemanes residen permanentemente en España y son aún más numerosos los que disponen de una segunda residencia en nuestro país. Alemania es el país europeo con más sedes del Instituto Cervantes, con cinco centros, lo que pone de manifiesto el enorme interés que despierta el idioma y la cultura española entre los alemanes, que se corresponde con un creciente interés en España por la lengua alemana, que justifica los cuatro centros del Instituto Goethe en nuestro país.

El ideal europeísta de Ortega y Gasset fructificó en una generación de españoles cuyas aspiraciones se vieron expresadas en el IV Congreso Internacional del Movimiento Europeo, conocido como «el contubernio de Munich», cuyo cincuentenario se celebrará el próximo mes de junio. Estas aspiraciones alcanzaron su máxima expresión en la transición a la democracia en España y en el espíritu de consenso que inspiró e impulsó a los actores que la protagonizaron. Una transición y un consenso que resultaron decisivos para el regreso de España al núcleo de la Europa democrática y un desarrollo y profundización sin precedentes de las relaciones con Alemania en todos los órdenes.