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Intervención del Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, ante el Congreso de Diputados, en su comparecencia conjunta con el Ministro de Defensa sobre la participación española en las operaciones en Mali

31 de enero de 2013

Señor presidente, señorías, comparece hoy el Gobierno para explicar a esta Cámara la contribución de España al esfuerzo realizado por Mali, por Francia, por los países de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, respaldado por los países del campo que no pertenecen a esta organización y, en definitiva, por toda la comunidad internacional. La causa próxima, el antecedente próximo de esta comparecencia se explica por la intervención francesa que comenzó el 11 de enero de este año, intervención amparada por distintas resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, especialmente la Resolución 2085, y por la declaración que complementa y desarrolla esta resolución del día 10 de enero, día inmediatamente anterior a la intervención militar.
 En primer lugar, quisiera explicar las razones de esta intervención remontándome en el tiempo a las primeras declaraciones que este Gobierno hizo en relación con la crisis del Sahel. Hace aproximadamente un año, recién inaugurada la legislatura, comparecí en esta Cámara y alerté del peligro que se cernía sobre Mali, el peligro que se cernía y que se concretaba en la posible ocupación de un territorio de una extensión superior a Francia por movimientos islamistas extremos de marcado carácter terrorista que habían intentando en el pasado remoto construir un Estado propio en Somalia y Afganistán. Fracasados estos intentos, la atención de estos grupos se desplazó al norte de Mali, al territorio llamado L´Azawad. En enero, hace por tanto doce meses, se produce una insurrección tuareg en ese territorio; insurrección protagonizada en ese momento por un movimiento político denominado Movimiento Nacional de Liberación de L´Azawad, de carácter separatista pero no de carácter integrista. En marzo y como consecuencia de la debilidad del Gobierno central de Bamako para repeler, reprimir y erradicar el movimiento independentista en el norte, se produce un golpe de Estado en la capital, en Bamako, protagonizado por el capitán Sanogo, que determina la deposición del entonces presidente de la república y la apertura de un periodo de turbulencias políticas claramente inconstitucionales. En el mes siguiente, en abril, se producen dos acontecimientos importantes: en primer lugar, la declaración de independencia del norte de Mali, del territorio, como he dicho, llamado L´Azawad, y en segundo lugar, la superación del Movimiento Nacional de Liberación de L´Azawad por tres movimientos de carácter yihadista: Al Qaeda del Magreb, Mujao -que es una escisión de Al Qaeda y que fue protagonista del secuestro de dos de nuestros compatriotas-, y finalmente por un grupo denominado Ansar Dine, de características difusas.
 A partir de ese momento Mali se enfrenta a una cuádruple crisis: una crisis territorial y de seguridad; una crisis institucional, dado el vacío de instituciones constitucionales en Bamako; una crisis humanitaria determinada por el desplazamiento interno y externo de muchas poblaciones que huyen de los movimientos yihadistas que habían ocupado el norte, y finalmente, una crisis de derechos humanos en ese territorio como consecuencia de la aplicación más severa, más extrema y más cruel de la sharia.
La respuesta internacional a esta cuádruple amenaza, a esta cuádruple crisis, se concretó desde el primer momento, en todas las reuniones que celebramos en África y fuera de África, en tres respuestas: en primer lugar, la vuelta a la normalidad del sur, la vuelta a la institucionalidad; en segundo lugar, una negociación con el movimiento tuareg para evitar que el conflicto se convirtiese en un conflicto étnico; y, en tercer lugar, la erradicación del terrorismo, es decir, la erradicación de los grupos que en aquel momento señoreaban en el norte de Mali.
Los acontecimientos se precipitan hace ahora veinte días, el día 10 de enero. En ese día se producen tres cosas: el Gobierno de España, prácticamente en su totalidad y, desde luego, con su presidente a la cabeza, nos encontramos en Argel con las autoridades de la República argelina para analizar en profundidad la crisis de Mali. En segundo lugar, estaba previsto un encuentro en la capital de Burkina Faso entre el Gobierno de Mali y los movimientos tuaregs, incluido Ansar Dine. Las cosas se tuercen, Ansar Dine rompe la tregua, no acude a Bamako y encabeza una invasión del sur que amenaza a la ciudad de Mopti, conquista que hubiese abierto y dejado expedito el camino a Bamako. Mali hubiese desaparecido como Estado o, mejor dicho, se hubiese convertido en un Estado terrorista.
Ante esta amenaza inminente, Francia decidió una intervención militar a partir del 11 de enero, intervención militar que se basa en una estrategia doble: en una primera fase se trataba de detener el avance yihadista hacia el sur, impedir la caída de Bamako y liberar las ciudades más importantes del norte de Mali, ciudades que, en definitiva, eran el refugio seguro de los terroristas que, después de los ataques, se refugiaban en la población civil. Esa fase está a punto de terminar. Se ha detenido el avance yihadista, se han liberado las ciudades de Gao y Tombuctú y esta misma mañana las tropas malienses y francesas han ocupado el aeropuerto de Kidal. En la segunda fase de la operación el protagonismo será para las fuerzas africanas de la Cedeao, a quienes corresponderá erradicar el terror, combatir a las fuerzas de Ansar Dine, de Mujao y de Al Qaeda del Magreb.
 Termino este breve repaso cronológico aludiendo al Consejo de Asuntos Exteriores del 17 de enero, consejo extraordinario que tuvo lugar en Bruselas. Ese consejo extraordinario adoptó unas conclusiones que, en síntesis, son las siguientes: apoyar unánimemente la intervención de Francia; pedir el despliegue de la llamada Afisma, de las fuerzas africanas de intervención compuestas por países de la Cedeao y un país, Chad, que no pertenece a la Cedeao; pedir la formación y el despliegue inmediato de la misión de entrenamiento de las fuerzas de Mali en las que participaremos, como seguramente puntualizará el ministro de Defensa, con cuarenta o cincuenta instructores; pedir al Gobierno del sur una hoja de ruta que terminase en unas elecciones; hacer frente a las necesidades humanitarias a través de una ayuda internacional para cubrir las necesidades de los desplazados dentro y fuera del país; acentuar la dimensión regional del conflicto acentuando el protagonismo de las fuerzas africanas en la segunda fase y reservando a los países fuera de la zona, y en concreto a los de la Unión Europea, el apoyo de formación, de información y apoyo logístico, y apoyar la idea de la alta representante de designar un delegado especial, un representante especial para la zona del Sahel. En los próximos días daremos información a esta Cámara del resultado de las reuniones que se van a producir y que paso a enumerar de forma muy sucinta.
El 29 de enero, ayer, hubo una reunión de donantes en Addis Abeba donde se evaluaron provisionalmente las necesidades financieras de apoyo a la misión de fuerzas africanas, a la Afisma, en alrededor de 450 millones de dólares. El 30 de enero, esta mañana, hemos tenido conocimiento de que el presidente Traoré ha apoyado ya la hoja de ruta que aboga por un diálogo interétnico y por elecciones en Mali antes del 31 de julio. Mañana se celebrará en Bruselas un Consejo de Asuntos Exteriores en el que se hará un balance de la situación, un diagnóstico el punto en el que estamos y adoptará medidas complementarias. El 5 de febrero se reunirá el grupo de contacto y ayuda a Mali también en Bruselas para continuar con esta evaluación de la situación, reunión que continuará el día 11 en Dublín por el Consejo de Desarrollo, con especial atención a ayuda humanitaria y cooperación. El día 18 habrá otro consejo en Bruselas y el día 20 -para no seguir aburriendo a sus señorías- el grupo del Sahel se reunirá en Roma convocado por la directora del Programa Mundial de Ayudas.
 España desde el primer momento ha sido consciente de lo que nos jugábamos en Mali. España ha sido consciente desde el primer momento de que la ocupación por grupos terroristas de un territorio -como he señalado al principio- de una extensión superior a Francia hubiese contaminado a todos los países de la región y singularmente a aquellos países más débiles, Mauritania, Níger, Argelia -como ha demostrado el atentado que hemos sufrido hace unos días-, Libia, etcétera. A más a más, lo que se hubiese producido es una posible desestabilización de aquellos países del norte de África, del sur del Mediterráneo que están ahora mismo embarcados en una operación de transformación democrática, lo que hubiese convertido  Europa, y en concreto  España, en frontera con Al Qaeda. Por eso, España no ha dudado en responder a sus obligaciones como miembro activo de la comunidad internacional, como un socio importante de la Unión Europea. Desde el primer momento hizo una declaración de apoyo a la intervención de las tropas francesas que ratificó en el Consejo de Asuntos Exteriores del día 17, autorizó los sobrevuelos de las fuerzas aliadas por España e intensificó la ayuda humanitaria. Vamos a desatascar, a desbloquear la cooperación que estaba bloqueada como consecuencia del golpe de Estado, una vez que se ha aprobado la hoja de ruta; vamos a participar en la misión de entrenamiento de las Fuerzas Armadas; hemos propuesto la extensión de la misión en Níger mandada por el general de la Guardia Civil, el general Espinosa, para formar las fuerzas de seguridad de Bamako y contribuir así a la institucionalización del país; haremos las aportaciones financieras que nos sean requeridas dentro de los límites y el marco de nuestras intervenciones presupuestarias; hemos puesto a disposición de las fuerzas aliadas un avión de transporte y, en definitiva, atenderemos a la evaluación de las necesidades, a las peticiones de nuestros socios y a las urgencias que en este terreno se nos planteen.
 Señorías, quiero subrayar que la intervención francesa se produce, como he dicho anteriormente, en el marco de la Resolución 2085 de Naciones Unidas y de una declaración posterior de Naciones Unidas que completa y desarrolla esta resolución que ha sido apoyada unánimemente por todas las naciones que forman parte del Consejo de Seguridad. Intervención que ha sido también avalada por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental, por la Unión Africana, por la Unión Europea; en definitiva y sin excepción, por todos los miembros de la comunidad internacional. España tiene una vocación de presencia activa en el escenario internacional y en consecuencia no podía ser ajena a un esfuerzo que redundará en la mayor seguridad y el mayor bienestar de todos los países de la zona, de todos los países del norte de África, de todos los países europeos y singularmente de España que, por razones de proximidad, es de los países más afectados por esta crisis. Como hará seguramente el ministro de Defensa, solicito el apoyo de esta Cámara para las medidas que hemos adoptado en la confianza de que estamos en el marco de la más estricta legalidad internacional y en el marco estricto de defensa de la seguridad, de los intereses de nuestra patria y de los intereses de todos los españoles.
Muchas gracias.