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"Cooperación española en Costa Rica". (La Nación - Costa Rica)

13 de septiembre de 2013

Artículo del secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, Jesús Gracia,

Regreso a Costa Rica con especial emoción, al haber sido el país donde di mis primeros pasos como diplomático español hace ya 25 años, donde aprendí a querer estas tierras y donde se fue forjando también mi estrecha vinculación profesional tanto con América Latina como con la cooperación internacional para el desarrollo, de la que no me he desligado desde entonces. Llego, por tanto, a un país que quiero con pasión, del que me gustan sus personas y su geografía, y donde disfruto con la conversación y la hospitalidad de sus gentes. No solo me pasa a mí, nos pasa a todos los españoles al llegar a esta tierra. Admiro, además, a este país por los excepcionales logros alcanzados en muchísimos campos.

Vengo con la misión de reafirmar nuestras excelentes relaciones en todos los ámbitos, pero también a señalar que hay mucho terreno donde avanzar –en la integración, en lo económico, en lo cultural, en lo turístico, en lo medioambiental– y, por la condición de mi cargo, secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, vengo también a exponer las nuevas líneas de nuestra política de cooperación y a afianzar lo logrado hasta ahora.

Desde hace años la cooperación española trabaja en Costa Rica ocupándose de temas técnicos, pero también importantes –materialmente hablando–, contribuyendo y colaborando con la labor del Estado costarricense en áreas fundamentales y necesitadas de la sociedad. Con ello, la cooperación ha contribuido también, sin duda, a liberar recursos que el Estado ha utilizado para impulsar el crecimiento del país. Junto al esfuerzo español, hay que mencionar el realizado a través de la Unión Europea, significativo en el terreno de la cooperación, pero también en el de las relaciones comerciales.

País de renta media. Hoy nos encontramos con una Costa Rica ya en un nivel superior, el de país de renta media, con todo lo que ello conlleva, de disminución cuantitativa y cualitativa de la pobreza, de mejora de los servicios, particularmente en educación y salud, de expectativas bien fundadas de poder ascender nuevos escalones en bienestar. Esta nueva realidad debe reflejarse necesariamente en la forma en que debe desarrollarse la cooperación, adaptándose a las nuevas situaciones. La cooperación se dibuja ahora como un mecanismo distinto que se dirige más a la transferencia de conocimientos que a realizaciones materiales, al fomento de la cooperación entre iguales que adopta a veces formas sofisticadas como la denominada cooperación triangular –donde dos o más países, que por sí solos no podrían, contribuyen con su cooperación conjunta para que un tercer país reciba una contribución concreta–, y a incrementar los medios para nuevos objetivos urgentes como los derivados de desastres naturales y la conservación del medioambiente.

Pero las relaciones hispano-costarricenses no se acaban en el mundo de la cooperación, por importante que este sea. Existe otro entramado de intereses igualmente fructífero que nos une en un ejercicio de suma facilitado por nuestra historia común, nuestra cultura y nuestra lengua.

Inversión española. En el campo de las relaciones económicas, España se ha situado en el tercer lugar de la inversión extranjera directa en Costa Rica, inversión que se ha dirigido a varios sectores, entre los cuales han de destacarse tres. El primero el del turismo, columna vertebral del desarrollo de Costa Rica, donde le empresa española viene contribuyendo con entusiasmo desde hace años y donde se conjuga perfectamente la preservación del ecosistema con un turismo sostenible y cuantitativamente amplio. El segundo, el sector de las infraestructuras, clave para el crecimiento de la economía costarricense. En tercer lugar, el impulso, también clave, a la infraestructura tecnológica que está propiciando la decidida presencia de España en el mercado de la telefonía celular. La presencia y la buena acogida de nuestras empresas aquí merecen nuestro reconocimiento. Estas empresas contribuyen también de forma directa al crecimiento y a la creación de empleo en la economía costarricense, por lo que su presencia es, pues, un motivo de orgullo compartido.

No puedo dejar de subrayar, en materia de relaciones internacionales, el éxito con que Costa Rica ha conducido durante el pasado semestre su presidencia pro témpore del Sistema de Integración Centroamericano (SICA), en el que España está singularmente comprometida mediante el llamado Fondo España-SICA y el apoyo a la Estrategia de Seguridad Centroamericana, de prioritario interés. Estos esfuerzos de integración, tan significativos para América Latina en general, han cosechado otros éxitos de Costa Rica, como los compromisos de ingreso a plazo en la OCDE – en que ha contado desde el primer momento con el decidido apoyo y compromiso de España– o en la Alianza del Pacífico –en la que España es país observador–, sin olvidar una estrategia comercial en el exterior, ejemplo de madurez y éxito. Cabe esperar que el estratégico acuerdo de asociación entre la Unión Europea y Centroamérica pueda superar sus actuales dificultades y entrar pronto en vigor, y en ello tiene tanto interés este país como España.

Integración. Esta decidida apuesta de Costa Rica por los temas de integración se refleja también en el aumento significativo de su tradicional interés por la Comunidad Iberoamericana de Naciones, que engloba a nuestros países de una parte y otra del Atlántico, aportando elementos de tanto peso específico como la historia, la lengua y el parentesco, donde existe una cultura común que emerge de nuestras costumbres singulares, y que nos facilita la mutua comprensión y nos fortalece en las relaciones internacionales. Costa Rica se halla muy presente en el proceso de rejuvenecimiento que está ahora atravesando la Comunidad, aportando importantes ideas que se plasmarán en su próxima Cumbre, el 18 y 19 de octubre, en Panamá.

Pero no solo en el terreno de la práctica de las relaciones internacionales, sino también en el de los principios, Costa Rica y España comparten un mismo respeto por la solución por órganos internacionales de controversias y por la protección global de la paz, entendida esta como un verdadero derecho humano, incluyendo el más escrupuloso respeto de la soberanía territorial. En esta tarea, ha sido Costa Rica, en varias ocasiones, ejemplo a nivel nacional, regional y universal.

Aliados confiables. Otros vínculos actuales de interés y otros por venir –como la defensa del estatuto del español en organismos internacionales o el impulso al intercambio cultural– han cimentado una relación entre ambos países que se remonta no solo a tiempos pasados, sino a esta etapa más reciente, en la que ambos países crecen en amistad, participando en los mismos valores democráticos donde nos preocupan y nos ocupan la paz y lo social. Y es que España y Costa Rica han sabido trabajar conjuntamente desde la consideración mutua de socios, de aliados confiables, subrayando siempre que Costa Rica, sus gobiernos y sus gentes han sido y son los protagonistas de su propia historia.

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