Sin señas particulares, una producción hispanomexicana que ha competido en la categoría Horizontes Latinos, trata el drama de la inmigración en Estados Unidos desde la perspectiva de una madre, Magdalena, que parte en busca de su hijo desparecido en un lugar de la frontera entre México y EE UU en el que deambulan víctimas y victimarios.
“La cultura es una seña de identidad de la cooperación española, porque sin cultura no hay desarrollo. El cine, la música, el arte o el teatro juegan un papel clave en la lucha contra la pobreza, la exclusión, las desigualdades o el diseño de ciudades inclusivas, por citar solo algunas líneas de trabajo”, defendió Moreno Bau antes de la entrega del galardón.
El Premio de Cooperación Española se otorga desde 2015 a una película iberoamericana, presente en las categorías Sección Oficial, New Directors y Horizontes Latinos del festival, que contribuya al desarrollo, la erradicación de la pobreza y el pleno ejercicio de los derechos humanos. Su objetivo es impulsar nuevos talentos iberoamericanos, dinamizar la producción de proyectos cinematográficos, difundir los valores de la cooperación y fortalecer la comercialización e internacionalización de las películas.
“América Latina y el Caribe es una región prioritaria de la cooperación española. Conocemos bien sus necesidades y también la importancia de apoyar al sector cultural iberoamericano por los buenos resultados obtenidos en diversas experiencias”, apuntó la secretaria de Estado.
El jurado del premio estuvo presidido por Lucía Chicote, jefa del Departamento de Cooperación con Centroamérica, México y el Caribe de la AECID. Fernando San Martín, director general de Cooperación Internacional en el Departamento de Cultura, Cooperación Internacional, Juventud y Deportes de la Diputación Foral de Guipúzcoa, y Cristina Ubani, asesora en proyectos de igualdad y cooperación al desarrollo en entidades públicas y privadas, completaron el órgano de selección. En su sexta edición, el galardón está dotado con 10.000 euros.
La película de Fernanda Valadez (Guanajuato, México, 1981) compitió con otras cuatro cintas: Nosotros nunca moriremos (Argentina), de Eduardo Crespo, la historia de un duelo en la provincia argentina; La última primavera (Holanda-España), de Isabel Lamberti, que retrata la Cañada Real, un barrio con numerosas infraviviendas a las afueras de Madrid; Visión nocturna (Chile), de Carolina Moscoso, que trata la reconstrucción de una violación ocho años después; y Todos os mortos (Brasil-Francia), de Caetano Gotardo y Marco Dutra, que se retrotrae a finales del siglo XIX, unos cuantos años después de la abolición de esclavitud en Brasil.