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ARTÍCULO

El compromiso de España con América Latina

Artículo del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Alfonso Dastis, en «El Economista» de fecha 29 de mayo de 2018

29 de maig de 2018

La relación de España con América Latina es económicamente importante, políticamente compleja y culturalmente próxima. Es todas esas cosas a la vez que las trasciende, porque es parte de la identidad de nuestro país. España no se entendería sin la comunidad de naciones iberoamericana a la que pertenecemos, ni esa comunidad existiría sin su identidad española.


Por ese motivo, el peso de las empresas españolas y filiales de empresas españolas establecidas en la región es cuantitativa y cualitativamente mayor que en ninguna otra región del mundo (haciendo abstracción del mercado interior de la Unión Europea). Solamente en México hay alrededor de 6.000 empresas y filiales de empresas españolas y su presencia en otros países es tan significativa para el tejido económico e industrial como lo puede ser en ese país.

Las empresas españolas mantienen en América Latina el mayor stock de inversión en el exterior (siempre al margen de la UE), equivalente a un tercio de la inversión agregada de España en el mundo. Las contribuciones fiscales de nuestras empresas en los países de Iberoamérica superan los 40.000 millones de euros anuales. Esta no es una relación unívoca, en absoluto. La relación inversa es también importante. El volumen de stock de inversión de América Latina en España supone un 15% del total de inversión extranjera en nuestro país.

No quiero que se entienda que esa dinámica se circunscribe a las grandes empresas españolas, aunque desde luego las abarca. En América Latina las mipymes (pequeñas y medianas empresas, incluyendo las micro-empresas) representan holgadamente más del 95% de las empresas y generan más de la mitad del empleo. En España, las mipymes, en su conjunto, suponen el 99% del número total de empresas, representan el 61% del valor añadido bruto y el 63% del empleo total.

Por tanto, buena parte de nuestra relación con América Latina, tanto comercial como inversora, se incardina en el espíritu emprendedor de nuestras sociedades a todos los niveles sociales y económicos. Nuestras relaciones son de una gran magnitud también porque existe un entorno favorable a las inversiones exteriores en ambos sentidos y porque todos, a ambos lados del Atlántico, otorgamos gran importancia a la estabilidad y predictibilidad de los marcos regulatorios. Están en vigor acuerdos de promoción y protección recíproca de inversiones con 16 países iberoamericanos y convenios para evitar la doble imposición con 14 países de la región.

Estos son momentos de mucha importancia para el crecimiento de nuestra comunidad iberoamericana, que tiene una clave europea imposible de desconocer. Los países iberoamericanos no tienen un mejor abogado en Europa que España y no sólo por proximidad cultural e histórica, sino por convencimiento.

Esa asociación en ciernes entre la Unión Europea y América Latina reúne a 61 países, es decir, un 15% de la población mundial, un 25% del PIB global y la mitad de los miembros del G-20.

El momento actual en la escena internacional presenta desafíos (al menos, tantos como oportunidades) y requiere intensificar el compromiso entre europeos y latinoamericanos; un compromiso del que la comunidad iberoamericana es el eje y el sustrato y cuya expresión es la de los valores e intereses que compartimos.

Por eso hemos sido, somos y seremos uno de los principales promotores de las relaciones de todo orden, también económicas, entre la Unión Europea y América Latina. Este impulso español ha sido decisivo para que, actualmente, la UE tenga firmados acuerdos de libre comercio con 26 de los 33 países de América Latina y el Caribe. Este marco birregional incentiva nuevos proyectos de inversión y comercio, proyectos en los que nuestras empresas desempeñan un papel de primera magnitud no sólo por su conocimiento de la región, sino por su implantación en ella.

En este sentido, entendemos que la conclusión del Acuerdo de Asociación UE-Mercosur y la modernización (recientemente ultimada) del Acuerdo Global UE-México y el de Asociación UE-Chile aportarán grandes beneficios a uno y otro lado del Atlántico y, señaladamente, para las empresas españolas y latinoamericanas.

América Latina tiene grandes oportunidades ante sí. Tras unos años en los que se ha visto sacudida por condiciones internacionales adversas, su economía vuelve a crecer y, sobre todo, da síntomas de poder crecer más y de manera más sostenible que en el pasado.

Más allá de problemas concretos, con todo lo agudos y preocupantes que puedan ser en el aquí y en el ahora, nosotros creemos en el continente, porque hemos visto que América Latina, desde Tierra del Fuego hasta Río Grande, cree en sí misma. Las empresas españolas continuarán comprometidas con América Latina tanto como lo está y continuarán estando el Gobierno y la sociedad española.