Glaciares y montañas: el deshielo de las reservas de agua agravará las crisis mundiales (informe)

El Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2025, publicado por la UNESCO en nombre de ONU-Agua, revela cómo la alteración del clima, la pérdida de biodiversidad y las actividades insostenibles están transformando los entornos montañosos a un ritmo sin precedentes y amenazando los recursos hídricos de los que dependen miles de millones de personas. Actualmente existe una necesidad urgente de cooperación internacional, de estrategias y acciones de adaptación para hacer frente a la crisis que se cierne sobre nuestras montañas y glaciares.

viernes, 21 de marzo de 2025
«Independientemente de dónde vivamos, todos dependemos de algún modo de las montañas y los glaciares. Sin embargo, estas reservas de agua esenciales se hallan en peligro inminente», ha declarado Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO. «Este informe pone de manifiesto la necesidad urgente de actuar y que las soluciones más eficaces requieren un enfoque multilateral».

«El agua fluye de arriba a abajo, pero la inseguridad alimentaria va de abajo a arriba. Las montañas de la tierra proporcionan el ​60 % del agua dulce, pero las comunidades que salvaguardan estos recursos vitales se encuentran entre las que más sufren la inseguridad alimentaria. Debemos invertir en su resiliencia para proteger los glaciares, los ríos y un futuro compartido para todos nosotros», ha declarado Álvaro Lario, Presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y Presidente de ONU-Agua.

Dos mil millones de personas dependen de las aguas de montaña

Según el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2025, las montañas proporcionan hasta el 
60 % de los flujos anuales de agua dulce del mundo. Más de mil millones de personas viven en regiones montañosas y más de dos mil millones dependen directamente del agua procedente de las montañas para el agua potable, saneamiento y sus medios de subsistencia.

Las regiones montañosas son vitales para sectores como el pastoreo, la silvicultura, el turismo y la producción de energía. En los países andinos, el 85 % de la energía hidroeléctrica se genera en zonas de montaña. Las montañas también proporcionan productos de alto valor, como plantas medicinales, madera y otros productos forestales, ganado de montaña excepcional y productos agrícolas especiales, todos los cuales dependen del agua.

Sin embargo, el Informe indica que los glaciares de todo el mundo se están derritiendo a un ritmo sin precedentes, y que las aguas de montaña son a menudo las primeras expuestas — y las más vulnerables — a las graves consecuencias de las alteraciones climáticas y de la biodiversidad.

Actualmente, la situación es alarmante: hasta el 50 % de los habitantes de las zonas montañosas rurales en los países en desarrollo padecen inseguridad alimentaria, siendo las mujeres y los niños los más vulnerables. En términos más generales, el Informe revela que el retroceso de los glaciares y la disminución de las nevadas en las montañas afectarán a dos tercios de toda la agricultura de regadío en el mundo y tendrán consecuencias de gran alcance para la gran mayoría de la población.

El retroceso glaciar es solo la parte visible de la amenaza

Si bien las imágenes de retroceso de los glaciares captan la atención del público, son solo un ejemplo de los rápidos cambios que ocurren en las zonas montañosas. En muchas regiones, los flujos de agua dulce dependen más del deshielo estacional de la nieve acumulada que de los glaciares.

Debido a las alteraciones climáticas, los rápidos cambios en la cantidad, frecuencia y regularidad de las nevadas están perturbando gravemente el suministro de agua, creando entornos inestables para la biodiversidad y condiciones impredecibles para los modos de vida humanos. En Japón, por ejemplo, en el monte Fuji, sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO, el icónico casquete nevado ha comenzado a aparecer recientemente, casi un mes después de lo habitual.

Estos cambios en las precipitaciones también están aumentando el riesgo de desastres naturales como sequías e inundaciones provocadas por el desbordamiento de lagos glaciares. El río Colorado en América del Norte, que abastece de agua a unos 40 millones de personas, recibe la mayor parte de su caudal de las nevadas en las Montañas Rocosas. La cuenca fluvial padece sequía desde el año 2000. La situación puede agravarse por las temperaturas más cálidas, que están provocando más precipitaciones en forma de lluvia, que se escurre más rápidamente que la nieve de montaña.

Las alteraciones climáticas también se dejan sentir con fuerza en las regiones montañosas sin glaciares ni deshielos registrados, donde los flujos de agua proceden de las precipitaciones. En regiones tropicales, como Madagascar, los cambios en las aguas de montaña están afectando al riego de la producción de cacao, arroz y fruta, algunas de las exportaciones agrícolas más importantes del país insular.

Las soluciones eficaces son multilaterales

A pesar de su función esencial, el Informe destaca que las regiones montañosas han estado en gran medida ausentes de las agendas mundiales. Las políticas nacionales en materia de agua, agricultura, industria y energía tienden a favorecer a las cuencas fluviales más pobladas, mientras que las montañas suelen recibir mucha menos atención, o a menudo solo se consideran como fuentes para los usuarios aguas abajo.

Este año se celebra por primera vez el Día Mundial de los Glaciares el 21 de marzo, que pone de relieve la necesidad de realizar esfuerzos internacionales inmediatos y coordinados en línea con el Día Mundial del Agua el 22 de marzo. La UNESCO codirige este día junto con la Organización Meteorológica Mundial (OMM), así como el Año Internacional de la Preservación de los Glaciares 2025, una iniciativa mundial destinada a movilizar recursos y compromisos para la conservación de los glaciares, y el Decenio de Acción para las Ciencias Criosféricas (2025-2034) para promover la comprensión científica y las soluciones normativas.

Estos grandes acontecimientos deben dar un nuevo impulso a la cooperación internacional para la protección de los glaciares y las aguas de montaña. Muchas cordilleras y sus servicios ecosistémicos son de naturaleza transfronteriza; los tratados o acuerdos pueden mejorar la cooperación mediante el intercambio de datos e información, ayudar a cubrir las lagunas en la capacidad técnica humana e institucional y promover y fomentar el diálogo y la diplomacia.

Inspirarse en los proyectos de cooperación existentes

Ante la creciente crisis señalada en el Informe, existe una necesidad urgente de adaptarse a esta nueva realidad y aumentar la seguridad hídrica en todo el mundo a través de la investigación científica, la coordinación de políticas y la acción concreta sobre el terreno.

En Asia Central, la UNESCO ha movilizado recientemente 12 millones de dólares para reducir los riesgos de desastres y mejorar la cooperación científica, incluido un nuevo sistema regional de vigilancia de los glaciares desplegado este año en los macizos glaciares transfronterizos de la región. La UNESCO también está estableciendo un sistema de alerta temprana de inundaciones en Kazajstán, Kirguistán y Uzbekistán que ayudará a proteger a más de 100 000 personas del riesgo de inundaciones causadas por el desbordamiento de lagos glaciares.

En África, la UNESCO lidera el proyecto para gestionar la reserva de agua del Kilimanjaro (“Unlocking the Kilimanjaro Water Tower”), financiado con ocho millones de dólares procedentes del Fondo para el Medio Ambiente Mundial y que beneficiará a más de dos millones de personas en Tanzania y Kenia que dependen directamente de las aguas del pico más alto de África. Expertos de ambos países cartografiarán los sistemas acuíferos de la región para que 100 000 personas adicionales tengan acceso directo al agua potable. Mejorarán el almacenamiento y el suministro de agua subterránea durante la estación seca. Esta iniciativa también recuperará 400 km² de bosques nubosos degradados y reforzará la gestión de más de 17 000 km² de áreas protegidas.


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