La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tiene sus orígenes en el Tratado de Washington firmado el 4 de abril de 1949, por el que doce países de ambos lados del Atlántico (Bélgica, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Portugal y Reino Unido) se comprometieron a defenderse mutuamente en caso de agresión armada contra cualquiera de ellos.
El contexto internacional, marcado por la Guerra Fría, determinó la evolución de la Alianza, que fue consolidando su estructura política y militar en los años siguientes, destacando la constitución del Comité Militar ya en 1949; del Comandante supremo aliado en Europa –SACEUR- a finales de 1950; del Cuartel General Supremo -SHAPE, unos meses después, con sede en Rocquencourt, cerca de París (hasta su traslado a Mons en 1967); o de la figura del Secretario General en 1952. Así nació una organización internacional basada en los principios recogidos en el preámbulo (democracia, libertad individual y estado de derecho) y cuyo objetivo es garantizar la libertad y la seguridad de sus miembros a través de medios políticos y militares.
Su dimensión política quedó garantizada por el Consejo Atlántico (North Atlantic Council –NAC por sus siglas en inglés), máximo órgano decisor en la Organización y foro para el diálogo político permanente entre los Aliados sobre la base del consenso, por el que las decisiones no se votan y sólo entran en vigor cuando todos los Aliados se muestran conformes con ellas.
Su dimensión militar se apoya principalmente en la cláusula de defensa mutua recogida en el artículo 5, clave de bóveda del Tratado de Washington, y enmarcado en el artículo 51 (Capítulo VII) de la Carta de Naciones Unidas, que reconoce el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado. Tal y como dispone el artículo 5 del Tratado de Washington, “las partes convienen en que un ataque armado contra una o contra varias de ellas, acaecido en Europa o en América del Norte, se considerará como un ataque dirigido contra todas ellas (…)”. Se trata del principio de defensa colectiva, que ha sido invocado tan solo una vez en la historia de la Organización, en respuesta a los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Si bien el Tratado no ha experimentado modificaciones desde su entrada en vigor, la OTAN ha ido adaptando su visión estratégica y sus prioridades a través de los sucesivos Conceptos Estratégicos, segundo documento más relevante tras el Tratado que recoge tanto la perspectiva OTAN del panorama geoestratégico del momento como las prioridades político-militares que de él se derivan. A lo largo de estos 75 años se han aprobado ocho conceptos estratégicos, cuatro durante la guerra fría, todos ellos secretos en su origen, con un componente netamente militar, y centrados en la disuasión y defensa, si bien con un diferente énfasis entre ellos en cuanto a la distensión y el uso de instrumentos no militares; y otros cuatro desde 1991, el último de ellos endosado en la histórica Cumbre de Madrid, que fueron hechos públicos desde su adopción, con un componente más político-militar, y con diferencias en su enfoque de acuerdo a los vertiginosos cambios que se han producido en el escenario internacional durante los últimos 30 años.
La capacidad de adaptación de la OTAN a lo largo de su historia, así como para mantener vigentes los principios y compromisos asumidos en Washington en 1949, se ha puesto a prueba de manera especialmente evidente en las décadas posteriores a la guerra fría hasta llegar a la etapa actual, en la que nos enfrentamos a un escenario geoestratégico extremadamente complejo.
En los años 90 la Alianza trató de buscar un equilibrio entre las legítimas aspiraciones de los países europeos del antiguo bloque soviético de solicitar la adhesión a la OTAN en el libre ejercicio de búsqueda de mecanismos de seguridad más acordes con sus intereses, y una relación estable con la Federación rusa desde el reconocimiento de que seguía siendo un actor internacional de gran relevancia.
La adhesión de nuevos miembros se ha ido realizando sobre la base del artículo 10 del Tratado de Washington, cuyo procedimiento ya enmarcó la adhesión de Grecia y Turquía (1952), Alemania (1955), y España (1982) y sentaría las bases de las sucesivas oleadas de adhesión desde 1999 (la primera de ellas endosada en la Cumbre de Madrid de 1997).
Por otro lado, la OTAN apostó en paralelo por unas relaciones estables con Rusia, que accedió a la iniciativa Partnership for Peace en 1994, institucionalizadas principalmente a través del Acta fundacional OTAN-Rusia de 1997 y el Consejo OTAN – Rusia de 2002. Dichas relaciones experimentaron sin embargo un progresivo deterioro ante una creciente asertividad y agresividad rusa, que quedaría de manifiesto en la violación de la soberanía e integridad territorial de Georgia en 2008, y de Ucrania en 2014 y nuevamente en 2022.
La amenaza rusa ha dado de nuevo prioridad en la OTAN a la disuasión y defensa, frente a las otras dos tareas fundamentales que se empezaron a diseñar a partir del Concepto Estratégico de 1991, la gestión de crisis y la seguridad cooperativa. Ambas de todas formas han tenido una gran relevancia igualmente en la OTAN de las últimas décadas y siguen plenamente vigentes en el Concepto Estratégico adoptado en Madrid en 2022. La gestión de crisis derivó en intervenciones militares extremadamente complejas fuera del área de responsabilidad de SACEUR, como fue el caso de los Balcanes (en donde la OTAN utilizó por primera vez la fuerza militar en 1994 bajo el mandato de Naciones Unidades), Afganistán, o Libia. La seguridad cooperativa, por su parte, se ha ido consolidando como otro pilar esencial, sobre la base del vínculo directo entre la seguridad y estabilidad de la Alianza y la de sus socios y vecinos, con resultados especialmente relevantes como el Partnership for peace, el Diálogo Mediterráneo, y la Iniciativa de cooperación de Estambul.
Actualmente, la OTAN cuenta con 18 socios de cooperación en el Consejo de Asociación Euroatlántico (CAEA), siete en el Diálogo Mediterráneo (MD), cuatro países participantes en la Iniciativa de Cooperación de Estambul (ICI) y nueve “socios alrededor del mundo” (“Partners across the globe”).