A continuación, la intervención completa:
Señor Presidente,
Los delitos de odio envenenan las sociedades al violar los derechos individuales, la dignidad humana y la igualdad de género, reforzando las tensiones entre grupos sociales, perturbando la paz y el orden público y poniendo en peligro la convivencia pacífica.
El Secretario General recordó en junio de 2019 que el discurso del odio es en sí mismo un ataque al respeto mutuo, la inclusión, la diversidad y la esencia misma de nuestras normas y principios de derechos humanos. En términos más generales, socava la cohesión social, erosiona los valores compartidos y sienta las bases de la violencia, haciendo retroceder la causa de la paz, la estabilidad, el desarrollo sostenible y el cumplimiento de los derechos humanos para todos.
También debemos reconocer la naturaleza de género del discurso del odio. A menudo es una forma de violencia de género, y ocurre tanto en línea como fuera de ella. Es importante tener en cuenta que las personas que se enfrentan a formas múltiples e interrelacionadas de discriminación también corren un mayor riesgo de sufrir discursos de odio.
Todos los Estados miembros del WEOG consideran que necesitamos medios adecuados de prevención y respuesta. Las normativas nacionales y la cooperación multilateral son herramientas útiles y complementarias para prevenir y contrarrestar el discurso de odio, y combatir los delitos de odio.
Naciones Unidas debería intensificar sus esfuerzos para abordar las causas profundas y los impulsores de la incitación al odio. Elogiamos las respuestas efectivas de las Naciones Unidas al impacto del discurso de odio en las sociedades, en particular la Estrategia y el Plan de Acción y sus compromisos.
Los Estados miembros del WEOG nos adherimos plenamente a los principios de la Carta y los aplicamos en nuestros enfoques para contrarrestar el discurso de odio, incluyendo:
• El derecho a la libertad de opinión y expresión.
• La responsabilidad de todos: gobiernos, empresas, sociedades e individuos. Todos debemos actuar.
• La educación de una nueva generación de ciudadanos digitales, capacitados para reconocer, rechazar y enfrentarse al discurso del odio.
• Y la necesidad de saber más para actuar con eficacia, con la recopilación de datos y la investigación coordinada.
Para concluir, Sr. Presidente, el discurso del odio es hoy un desafío común para todos nosotros. Puede surgir en todos los continentes, en todas las sociedades. Esto requiere una lucha común y un esfuerzo conjunto de todos nosotros. De esta manera, se defenderían los principios de la Carta de las Naciones Unidas en favor de sociedades más estables y seguras.