Adoptada en 1992 y en vigor desde 1994, la
Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (en inglés
UNFCCC - United Nations Framework Convention on Climate Change)
es el principal instrumento jurídico de respuesta internacional ante el reto del cambio climático y persigue estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera para así impedir perturbaciones peligrosas de carácter antropogénico en el sistema climático.
Para asegurar tras 2020 la continuidad de los esfuerzos asumidos con el
Protocolo de Kyoto, los 195 países miembros de la UNFCCC aprobaron el 12 de diciembre de 2015 en la XXI Conferencia sobre Cambio Climático (COP21) el
Acuerdo de París, abierto para firma el
22 de abril del año siguiente, con el que se establecen medidas reductoras de emisiones de gases de efecto invernadero a través de la mitigación, adaptación y resiliencia de los ecosistemas a efectos del Calentamiento Global.
Desde mediados de julio de 2016, la diplomática mexicana
Patricia Espinosa Cantellano ocupa el cargo de Secretaria Ejecutiva de la Convención.
Los compromisos asumidos por España frente al cambio climático con el Protocolo y el Acuerdo se ratifican en el marco jurídico internacional como en el de la Unión Europea a través de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, las Decisiones de aprobación del Consejo Europeo y las de las Cortes Generales.
Además de limitar el crecimiento neto de las emisiones de gases de efecto invernadero para que entre 2008-2012 sus emisiones no aumenten más del 15% sobre la cifra de emisiones del año base, el Protocolo de Kyoto incluye otros adicionales sobre obtención y remisión de información y un correcto uso de los mecanismos de flexibilidad según las formas y procedimientos establecidos.
Posteriormente, en su segundo Artículo, el Acuerdo de París precisa los siguientes objetivos:
Mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales, reconociendo que ello reduciría considerablemente los riesgos y los efectos del cambio climático.
Aumentar la capacidad de adaptación a los efectos adversos del cambio climático y promover la resiliencia al clima y un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, de un modo que no comprometa la producción de alimentos.
Elevar las corrientes financieras a un nivel compatible con una trayectoria que conduzca a un desarrollo resiliente al clima y con bajas emisiones de gases de efecto invernadero.