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Discurso del presidente del Gobierno en la Cumbre de la Unión Africana

Malabo, jueves, 26 de junio de 2014

3 de julio de 2014

Excelentísimos señores jefes de Estado y de Gobierno, excelentísima señora presidenta de la Comisión de la Unión Africana, señoras y señores,


Quiero, ante todo, agradecer a la Unión Africana, y en particular a su Presidencia mauritana y a nuestro anfitrión hoy, Guinea Ecuatorial, el haber sido invitado a participar en esta Cumbre. Es para mí un honor poder dirigirme a los líderes de África y compartir esta tribuna con, entre otros, el secretario general de las Naciones Unidas.


Antes que nada, deseo expresar mi más profunda condena del atentado ocurrido ayer en Nigeria, así como mi solidaridad con las víctimas y sus familias.


Señor Presidente,


La crisis económica en Europa ha hecho que antiguas certezas sean hoy cuestionadas. En medio del huracán costaba creer que tras la tormenta vendría el buen tiempo. Uno de los factores que nos ha permitido empezar a ver la recuperación ha sido el tirón de África: mientras en Europa luchábamos contra la recesión, nuestros vecinos del sur seguían creciendo por encima del 5 por 100.


Los europeos no estamos habituados a esta imagen. Lo normal en Europa es hablar de los problemas de África. Yo no creo que existan "los problemas de África". Existen problemas, sin adjetivos, sin gentilicios. Son comunes a todos los países, todos los sufrimos en mayor o menor medida y, como la tormenta, acaban quedando atrás si sabemos mantener un rumbo firme. El trabajo de los líderes consiste precisamente en marcar ese rumbo y mantenerlo frente a los pesimistas. Lo difícil es reconocer, cuando las cosas se desmoronan, que en los males presentes está la semilla de un futuro bienestar. Somos amos de nuestro destino.


En 1987, al recibir el Premio Nobel de la Paz por su contribución al final de los conflictos armados en Centroamérica, Oscar Arias habló de un continente asolado por la pobreza, la injusticia, la guerra y las dictaduras; pero recordó que, aunque no podemos cambiar el pasado, el futuro depende de nosotros. Ese futuro soñado ya es el presente de América Latina. Hoy impera la democracia, la economía crece y los fusiles callan. La realidad ha superado las expectativas de los más optimistas, aunque no había muchos optimistas en los 80.


España sí lo era y, si hoy España empieza a dejar atrás la crisis, es en buena medida por la solidez de empresas que supieron echar raíces a ambos lados del Atlántico. Las empresas españolas invirtieron en América Latina más de 126.000 millones de euros desde 1980, por detrás sólo de Estados Unidos.

Señor Presidente,


De nuevo es la hora de ser optimista, pero esta vez el optimismo de España no tiene que cruzar un océano. Su destino está más cerca de casa, en África. Nuestro comercio con África, tanto importaciones como exportaciones, ha crecido un 250 por 100 en los últimos diez años y hoy supera al comercio de España con América Latina. Cada año compramos más de 28.000 millones de euros de productos africanos, casi el doble de lo que exportamos al continente.

Nuestra inversión en el continente todavía es pequeña, pero no ha dejado de crecer, incluso durante la crisis.


Lo normal es que España, el país europeo más cercano a África, tenga unas relaciones con el continente mucho más intensas de lo que lo son ahora. Queremos invertir en África como en su día invertimos en América Latina. España tiene empresas punteras en diversos sectores, entre otros, la industria agroalimentaria, las infraestructuras o la energía, que pueden jugar un papel relevante. España tiene con África una relación de igual a igual. Nuestra agenda se resume en una frase: cuánto más próspera sea África, más próspera será España.


Hay muchos caminos que llevan a sociedades prósperas, abiertas e inclusivas, y cada país debe elegir el suyo, sin que nadie pueda dar lecciones a nadie. Yo creo que hay tres puntos cardinales que todos compartimos.


En primer lugar, las naciones necesitan paz y seguridad. Sin éstas, no hay progreso posible. La Unión Africana ha demostrado la voluntad unánime del continente de no tolerar la violencia y el extremismo en Mali, la República Centroafricana o Somalia. Cuando un soldado de la Unión Africana en estos países ha mirado a su lado, ha encontrado a un soldado español porque, si uno de nosotros no conoce la paz, ninguno de nosotros vive verdaderamente en paz.


Señor Presidente,


España ha demostrado con hechos su compromiso con la paz y la seguridad, y por ello hemos presentado nuestra candidatura a ser miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2015 y 2016. Si España resulta elegida, puedo asegurarles que durante esos dos años África no tendrá tres asientos en el Consejo de Seguridad, sino cuatro.


El segundo punto cardinal que debe guiar nuestros pasos es la democracia. El futuro de cada nación debe ser decidido por los que están llamados a construirlo con su trabajo. Instituciones sólidas, transparentes y abiertas a los ciudadanos producen sociedades inclusivas, donde las desigualdades menguan y el increíble potencial creador del ser humano puede expandirse sin límites. Es un proyecto compartido al que todos los ciudadanos pueden contribuir, con independencia de su raza, sexo, ideología o religión, y con pleno respeto a los derechos humanos.


En tercer lugar, debemos crear las condiciones para que las empresas y los trabajadores desarrollen una economía vibrante. Cada ciudadano debe tener la oportunidad de llevar a cabo su propio proyecto vital, de formar una familia y sacarla adelante o fundar una nueva empresa y crear puestos de trabajo. Donde existen instituciones fuertes, seguridad jurídica y libertad de mercado, los propios recursos del país se movilizan y se ponen a disposición del bienestar de sus ciudadanos.


África es rica en recursos naturales, pero su principal recurso son las personas. En un mundo que envejece, es el continente con la población más joven del planeta. Si sólo pudiera apuntar a una de las razones por las que el futuro será africano, bastaría con ésa. El desafío es proporcionar a los jóvenes africanos la oportunidad de sorprender al mundo con su creatividad, su energía y su trabajo.


Señoras y señores,


Es la combinación de estos tres elementos, paz, democracia y apertura económica, lo que ha permitido a África seguir creciendo con fuerza cuando la crisis golpeaba al resto del mundo.


Señor Presidente,

Otros jefes de Estado y de Gobierno occidentales se han dirigido a esta Asamblea antes que yo. La mayoría prometieron ayudar a África y ofrecieron fondos y programas. Yo no vengo a ofrecer nada, porque no tengo nada que los africanos no puedan darse a sí mismos. Yo sólo vengo a pedir que cuenten con España como socio para el crecimiento de África. Vengo a pedir más comercio y más inversión en nuestros países, y vengo a reiterarles que España quiere participar en el renacimiento de África.


Hace seis meses nos reuníamos para despedir a un gran líder africano, Nelson Mandela. No aspiro a encontrar mejor descripción del futuro de África que la que el propio Madiba hizo, por lo que me limitaré a repetirla: "La condición normal de la existencia humana es la democracia, la justicia, la paz, la ausencia de racismo y sexismo, la prosperidad para todos, un entorno saludable, la igualdad y la solidaridad entre los pueblos".


Señoras y señores,


España cree en el presente y en el futuro de África, y está decidida a apostar por él.


Muchas gracias.