Señoras y señores, muy buenas tardes y muchas gracias por su asistencia a esta convocatoria.
He querido dirigirme esta noche a todos ustedes como presidente del Gobierno de España; una gran Nación, de las más antiguas de Europa y de las más desarrolladas del mundo; una democracia madura y avanzada, amable y tolerante, pero también firme y determinada, que conforma un Estado de Derecho con todas sus garantías. Nuestra Nación.
Siempre he creído que mi principal obligación como presidente del Gobierno es cumplir la Ley y hacerla cumplir, proteger y garantizar la democracia; pero también amparar la convivencia y buscar la concordia. Ser el presidente de todos los españoles, de quienes me han votado y de quienes nunca lo harán. Eso es lo que he hecho siempre y de eso les quiero hablar hoy.
A esta hora puedo decirles con toda rotundidad lo que todos ustedes ya saben y lo que hemos constatado a lo largo de esta jornada: hoy no ha habido un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
Hoy todos los españoles hemos constatado que nuestro Estado de Derecho mantiene su fortaleza y su vigencia, que responde a quienes lo contravienen, que reacciona frente a los que lo quieren subvertir, que actúa con todos sus recursos legales ante cualquier tipo de provocación y que lo hace con eficacia y con serenidad.
Hoy no hemos asistido a ninguna suerte de consulta, sino a una mera escenificación; un episodio más de una estrategia contra la convivencia democrática y la legalidad.
En esa irresponsable estrategia política algunos han intentado hurtar la voz de los que piensan de forma distinta. Han vulnerado los derechos más fundamentales y han traspasado los límites del más elemental decoro democrático. Lo pudimos comprobar fehacientemente en el pleno del Parlament, los días 6 y 7 del mes pasado, cuando en pocas horas pretendieron cancelar de un plumazo la Constitución y el Estatut, al tiempo que liquidaban los derechos democráticos de toda la oposición.
Pretender que las arbitrariedades y abusos a los que hemos asistido desde entonces pasen por ejercicios democráticos es una burla a la esencia misma de la democracia. Hemos visto comportamientos y actitudes que repugnan a cualquier demócrata y que nunca más se deben repetir: adoctrinamiento de niños, acoso a jueces o acoso a periodistas, sin ir más lejos.
Quiero dejar meridianamente claro que los responsables de estos hechos, de los que han tenido lugar hoy y de los que nos han traído hasta aquí, son única y exclusivamente quienes han promovido la violación de la legalidad y la ruptura de la convivencia. No busquen más culpables, no los hay.
Tengo muy presente a tantos catalanes a quienes se engañó al convocarles a participar en una movilización ilegal, desarticulada logísticamente y sin ningún tipo de garantía. Entiendo la frustración que hoy pueden sentir y lo lamento sinceramente; pero también les digo que el cauce para debatir sobre sus demandas políticas no puede venir nunca de la quiebra de la legalidad o de la imposición, sino de un diálogo leal en el que se escuche y se atienda a todos.
Quiero significar ante toda España que la gran mayoría del pueblo de Cataluña no ha querido participar del guion de los secesionistas. Eso es algo indiscutible.
Hoy, la gran mayoría de los catalanes han demostrado que son gente de ley, en el más noble sentido de la expresión. Sin aspavientos y sin ruidos han ignorado la convocatoria y al hacerlo han sabido situarse al lado de la democracia y en favor de la convivencia. Quiero agradecérselo muy especialmente. Han dado pruebas de un gran civismo y de un respeto insobornable a los principios que fundamentan nuestra convivencia. Han sabido resistir el embate de las peores prácticas populistas.
Tienen que saber que todos los españoles valoramos su actitud. Desde ese respeto a una convivencia pacífica y legal, juntos hemos construido y seguiremos construyendo una nación que ha sido capaz de edificar una democracia plena y una voluntad común de bienestar y de progreso.
A lo largo de nuestra larga historia compartida los españoles hemos sido capaces de superar las diferencias más dolorosas y también las dificultades que parecían más insalvables. Hemos sido un ejemplo para el mundo por nuestra capacidad de creer en nosotros mismos y superarnos a cada paso.
El Gobierno, como saben, mantuvo en todo momento que ese referéndum no se iba a celebrar y lo sabían hace meses los promotores de ese desafío. Lo sabían y lo admitían esta semana. Lo reconocieron ayer con total claridad y hoy lo han constatado. Sabían que el referéndum era ilegal, improcedente e imposible; pero decidieron seguir adelante y promover un verdadero ataque al Estado de Derecho y al modelo democrático, sin que les importase nada ni nadie; un ataque premeditado y consciente al que el Estado ha reaccionado con firmeza y serenidad. El referéndum que pretendía liquidar la Constitución Española e independizar a una parte de nuestro país sin contar con la opinión del conjunto de los españoles simplemente no ha existido. Se ha evitado con el fundamento de la Ley, con el respaldo de los demócratas, con la determinación de los Tribunales y con la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Quiero dar desde aquí las gracias a los partidos políticos, que han mostrado su lealtad con el Estado en esta difícil circunstancia; a los jueces y fiscales, que han aplicado la Ley sin temor a los acosos antidemocráticos de que han sido objeto en las últimas fechas; de manera muy especial a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a la Policía Nacional y a la Guardia Civil. Han cumplido con su obligación y con el mandato que tenían de la Justicia. Hubiera sido más fácil para todos mirar hacia otro lado mientras se perpetraba un ataque tan grave a nuestra legalidad, pero no lo han hecho. Todos han respondido, con lealtad, a su compromiso con la democracia y con el Estado de Derecho.
Quiero, igualmente, resaltar y agradecer el apoyo sin fisuras de la Unión Europea y de toda la Comunidad Internacional, que en todo momento han entendido que lo que aquí estaba en juego era la vigencia de nuestro orden constitucional.
Y quiero que sepan que hemos hecho lo que teníamos que hacer. Somos el Gobierno de España y yo soy el presidente del Gobierno de España, y he asumido mi responsabilidad. Hemos cumplido con nuestra obligación, hemos actuado, como dije desde el principio, con la Ley y solo con la Ley, y se ha demostrado que nuestro Estado democrático tiene recursos para defenderse de un ataque tan serio como el que se intentó perpetrar con este referéndum ilegal.
Hoy ha prevalecido la democracia porque se ha cumplido la Constitución.
Desde el principio de este proceso sin sentido y a lo largo de la jornada de hoy, hemos visto cómo algunos han pretendido saltarse la Ley, los márgenes de la convivencia y los límites del orden público; pero lo que se han encontrado es la serenidad y la sensatez de quienes saben que sus derechos y libertades están protegidos por la Ley, garantizados por los Tribunales y respaldados por el Estado de Derecho.
Hoy todos tenemos motivos para confiar en la democracia. Ha fracasado un proceso que solo ha servido para sembrar división, enfrentar a los ciudadanos, soliviantar las calles y provocar situaciones indeseadas. Solamente ha servido para causar un grave daño a la convivencia; la convivencia, un bien que debemos empezar a recuperar cuanto antes.
Lo digo con toda claridad: yo no voy a cerrar ninguna puerta. Nunca lo he hecho. No es mi manera de hacer política. Siempre he ofrecido diálogo honesto y sincero; pero siempre dentro de la Ley y siempre en el marco de la democracia.
La convivencia en España se ha cimentado siempre en el acuerdo y así ha de seguir siendo. No podemos permitir que la voluntad de concordia de los últimos cuarenta años se sustituya por el chantaje de unos pocos a toda una Nación.
Han tenido muchas oportunidades para abandonar su empeño ilegal. No han querido. Yo lo he intentado. Les hemos pedido muchas veces que rectificasen y no nos han escuchado. Tenían todos los motivos para renunciar a su sinrazón y no han querido hacerlo. Esperemos que lo hagan ahora y que no se empecinen en el error; que renuncien a dar nuevos pasos en un camino que, como ha quedado hoy de manifiesto, no conduce a ninguna parte.
Mañana debemos comenzar el restablecimiento de la normalidad institucional. Vamos a hacerlo, como siempre, desde la firmeza y la serenidad, y también --eso pretendo yo, al menos-- desde la unidad. Por eso, quiero seguir contando con el apoyo de los partidos que defienden nuestros fundamentos constitucionales.
Por ello, me propongo convocar a todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria para reflexionar juntos sobre un futuro que tenemos que afrontar juntos. Asimismo, solicitaré mañana mismo mi comparecencia en el Congreso de los Diputados.
Señoras y señores,
Si algo debo destacar de esta jornada es la constatación de la fortaleza de la democracia española, la eficacia de sus instituciones, la lealtad de sus servidores públicos y la unidad y responsabilidad manifestada por la gran mayoría de los ciudadanos.
Son fundamentos muy sólidos para que los españoles y, por ello, también todos los catalanes, a lo largo de tantos siglos, podamos continuar unidos por la senda de las libertades, la Justicia, el progreso y la convivencia democrática.
Buenas noches y muchas gracias.