Dinamarca y España son dos de las monarquías más antiguas de Europa que, aún siendo países alejados dentro el continente, han mantenido buenas relaciones a lo largo de la historia. Ambos países dejan una clara huella en la memoria del otro. El conocimiento de los flujos históricos entre ellos, sirve para comprender la construcción de la relación entre estos dos países europeos y su momento actual.
Los vikingos fueron los pioneros en los contactos entre España y los países nórdicos. Se tiene noticia que desde el siglo VII, estos pueblos originarios de la actual Dinamarca, comenzaron a navegar por la costa norte de la Península Ibérica. Sus incursiones se produjeron tanto en la costa atlántica como en la mediterránea, sin que llegaran a consolidar ninguna presencia permanente.
Los marineros españoles también se acercaron a las costas escandinavas. A partir del siglo XI hay constancia de la presencia de pescadores del norte de España, que crearon enclaves económicos y factorías en territorio danés y cuya actividad continuará hasta el siglo XVII.
Un momento importante en la historia entre los dos países se produjo con el matrimonio, en 1514, del Rey Christian II de Dinamarca y la Infanta Isabel de Austria, hija de Juana I de Castilla y Felipe el Hermoso. Este enlace resulta beneficioso para el tejido de alianzas europeas Habsburgo – Trastámara organizado por los Reyes Católicos, Isabel y Fernando y el Emperador Maximiliano. Facilitó, entre otros aspectos, la mejora de los flujos comerciales entre el norte de Europa y los Países Bajos, entonces, uno de los centros económicos del entramado dinástico Habsburgo – Trastámara.
El matrimonio de Isabel de Austria se produce poco tiempo antes de la salida de Flandes de Carlos de Habsburgo para ocupar los reinos de España (1516), por incapacidad de su madre Juana. El viaje desde aquellos territorios hasta la península ibérica, se realiza en un buque danés, el Engelen, un navío de guerra avanzado para su época y que fue un regalo del Rey de Dinamarca al nuevo Rey de España.
Las relaciones amistosas entre España y Dinamarca se matizan con las reformas protestantes (desde 1536, el luteranismo se hace religión oficial en Dinamarca), si bien los intereses económicos y dinásticos permiten que se mantenga la amistad entre los reyes españoles y daneses durante los reinados de Carlos I y Felipe II.
El flujo de refugiados religiosos desde los Países Bajos hacia Dinamarca en los siglos XVI y XVII como consecuencia de la guerra de los 80 años, supone una llegada de capital humano valioso a Dinamarca, que facilitará el crecimiento económico. La condición de Dinamarca como el reino protestante más poderoso en Escandinavia, hace que se vea forzado a intervenir en la primera fase de la Guerra de los Treinta Años, en el campo contrario a España, el de las potencias protestantes.
Tras la guerra de los treinta años, la política del rey francés Luis XIV, de alianza con Suecia, tuvo como resultado un nuevo acercamiento entre España y Dinamarca, en línea con la política pragmática de alianzas con países protestantes del final del reinado de Felipe IV y del reinado de Carlos II.
En el siglo XVIII, con la nueva dinastía de los Borbones reinando en España, comienza una política centrada en el comercio, que encontró en Dinamarca un potente aliado comercial. De este modo, llegan a España materiales como madera, brea, lona o alquitrán, de vital importancia para la industria naviera española y el comercio colonial.
Durante las guerras napoleónicas, Dinamarca se vio abocada a una alianza con Francia tras el bombardeo británico de Copenhague, el 5 de septiembre de 1807. Francia decide auxiliar a Dinamarca enviando a un contingente de tropas. Entre ellas se encontraba un grupo de 15.000 soldados españoles dirigidos por el Marqués de la Romana. Los soldados españoles se repartirán entre Jutlandia, Zelandia, Nyborg, las islas de Fionia y Langeland.
Se trataba de un contingente de élite del ejército español, que Napoleón exige a Godoy que se desplace de la península, justo en vísperas de la invasión de España y Portugal.
El 2 de mayo de 1808 comienza la Guerra de Independencia Española contra los franceses, quedando el contingente español técnicamente en territorio hostil por la vigencia de la alianza franco - danesa.
La buena disposición del Marqués de la Romana, así como la actitud de los civiles y militares daneses, permiten una pacífica y rápida evacuación de la mayoría de las tropas españolas en buques ingleses. Estos curtidos soldados participarán en importantes acciones en la Guerra de la Independencia, como la protección de la evacuación del contingente inglés cercado en La Coruña en 1809, en lo que se considera un primer antecedente de la evacuación de Dunkerque durante la Segunda Guerra Mundial.
5.000 soldados españoles quedaron sin embargo retenidos en Zelandia, convirtiéndose en prisioneros franceses y viéndose obligados a formar parte del ejército al servicio de Napoleón.
La negativa de Dinamarca, por amenazas francesas, de facilitar el retorno del resto de las tropas españolas, hace inevitable la declaración de guerra a Dinamarca por la Junta Central el 18 de septiembre de 1809. Se produce la incautación de bienes de varios residentes daneses en Málaga, entre los que se incluyen 14 barcos. Con la expulsión de los franceses, el 14 de agosto de 1814, el Embajador danés Bourke y el Embajador español Fernán Núñez, concluyen en Londres el “Tratado de Paz, Amistad y Comercio", poniendo fin a unas hostilidades que habían sido meramente formales.
A modo de anécdota, es destacable que el municipio de Huéscar firmó una declaración de guerra a Dinamarca en 1809; no obstante, sería olvidada y la firma de paz no llegaría hasta 1981. Como resultado, las localidades de Huéscar y Kolding deciden hermanarse.
Al parecer, los soldados de La Romana fueron muy bien recibidos por los daneses, no solo por las autoridades que colaboraron con ellos, sino también por los pobladores locales. Se sabe que mantuvieron relaciones amistosas, reuniones, conversaciones y fiestas de estilo español y existen registros de la sorpresa divertida que causaban algunas costumbres, como el aliñar ensaladas o consumir caracoles. Asimismo, el físico de los españoles y su modo de vida alegre y festivo, donde los bailes y guitarras eran protagonistas, resultaban muy atractivos. Los habitantes de Nyborg y Fionia recordaban tras la guerra el periodo como un feliz episodio de la historia de sus ciudades.
Este momento tuvo también su registro literario en Hans Christian Andersen, que compartió de niño juegos con algunos de aquellos españoles. Esto queda por escrito en un extracto de su obra de carácter autobiográfico, "El cuento de mi vida":
" Un buen día, me alzó un soldado español en sus brazos y apretó contra mis labios una medalla de plata que llevaba colgando sobre su pecho desnudo. Recuerdo que mi madre se enfadó mucho y dijo que eso era católico; pero a mí me habían gustado la medalla y el extranjero aquel, que bailaba girando conmigo en brazos mientras lloraba; por lo visto él tenía niños allá en España. Vi cómo llevaban a uno de sus compañeros para ajusticiarlo. Muchos años más tarde, acordándome de aquello, escribí mi poemita "El soldado" (Soldaten), que traducido al alemán por Chamisso, se hizo popular en Alemania y ha sido incluido en las canciones militares alemanas como algo original alemán".
Como resultado del establecimiento de las tropas españolas en la zona portuaria de Aarhus, esta zona comenzó a ser conocida como Spanien (España en danés) entre los vecinos. En la actualidad, la calle sigue siendo conocida como la calle de los españoles. Otros topónimos tales como Spaniol o Spaniolergraven, reflejan la huella española en Dinamarca.
Desde el punto de vista cultural, ha habido numerosos intercambios escritos entre España a Dinamarca y son numerosos los manuscritos y libros españoles que han llegado a las bibliotecas danesas a través de viajes de diplomáticos y viajeros daneses. La mayoría de ellos se encuentran en la Biblioteca Real Danesa, así como en la Colección de Manuscritos Arnamagnæan. Dentro de estos manuscritos destaca el Libro de los Epítomes, un catálogo de 2.000 resúmenes de libros de la biblioteca de Hernando de Colón. Esta biblioteca es el resultado de su proyecto de reunir todos los libros del mundo, llegando a alcanzar más de 15.000 volúmenes. El Libro de los Epítomes se consideró perdido tras la muerte de Colón, último momento en el que fue registrado en España, pero fue redescubierto en 2019 en la Colección de Manuscritos Arnamagnæan.
También es notorio el interés de Miguel de Unamuno por la obra de Søren Kierkegaard, que llevó al escritor español a aprender danés para poder leer en su original la obra del padre del existencialismo. Se considera que el escritor vasco fue, a través de las obras en que recoge algunas de las ideas del filósofo danés, uno de los principales introductores de esa corriente de pensamiento, en el debate de ideas de la España del primer tercio del siglo XX.
En la actualidad, Dinamarca y España son dos países con excelentes relaciones, aliados, socios y miembros de organismos internacionales como la UE, la OTAN y las NNUU.